De la serie “Diario de un
Escribiente”
ESCRITOS DE MANUEL JOSÉ ARCE
C O M P A N Y
Llegaron al país, pues se asegura que la mano de obra es barata en mi
tierra y, además, los impuestos -cuando
se trata de las inversiones extranjeras- se pueden negociar con el gobierno y
las divisas también, por consiguiente.
Llegaron al país, pues, y trajeron el progreso, la industrialización, el
adelanto; todo eso guardado en sus valijas entre camisas nítidas y extraños
aparatos.
Era cierto: nos constaba cómo ellos vivían muy civilizadamente, con todo su
confort, con todo el adelanto de la ciencia para el uso de ellos y de aquellos
a quienes ellos invitaran a disfrutar un poco de estas cosas.
La mano de obra que encontraron barata, siguió siendo barata. Y los
impuestos bajos y las puertas abiertas para sacar dineros y productos que se daban
aquí.
Fueron amigos de los presidentes e hicieron presidentes a sus propios
amigos.
Nos ayudaron a redactar leyes. A encontrar enemigos del gobierno. Nos
enseñaron a comer comidas que venían de lejos, enlatadas y a decir tres o
cuatro palabras en el idioma de ellos.
Después se fueron. Deshicieron su empresa y se marcharon -algunos aseguran que están aquí escondidos
todavía- llevándose el progreso, la
industrialización y el adelanto, el recuerdo de un país tropical, más dos o
tres empleados de confianza y bastantes divisas.
Afortunadamente, nos dejaron lo que antes teníamos: mano de obra barata,
gobiernos complacientes de buena voluntad en materia de impuestos y asuntos de
salida de dinero.
Es gente progresista, gente de empresa, gente que sabe generar la
abundancia y disfrutarla.
En cambio, los nativos, seguimos siempre subdesarrollados.
B E N E F I C E N C I A
Uno de esos diablillos burlones llamados gazapos y que siempre hacen de las
suyas donde haya tinta de imprenta, se me metió en este artículo otro día,
sustituyó una “a” por una “o” y echó a perder todo el sentido de la columna.
Gentilmente, diario El Gráfico accede a publicar de nuevo esta nota, ahora en
la forma correcta. No está demás señalar que este cuaderno fue escrito hace
siete años y durmió hasta ahora a la espera de llegar a ser libro. Por eso, a
veces resulto quitándome estos siete años de diferencia cuando me refiero a
este escribiente. Pero no hay tales: el tiempo sigue siendo inexorable…
Y un día…, cuando el hambre abrió la boca tras un vidrio, de frente y cara
a cara al último bocado del banquete y echó a perder el postre, el plus, el
cafecito y por ende también la digestión… En ese justo instante, nació de golpe
“La Beneficencia”.
La Dirección de Migas y la Administración de Desperdicios tuvieron a su
cargo distribuir lo que sobra entre aquellos de gesto más patético. Y vino el
espectáculo, el gracioso espectáculo que daban los mendigos.
(…) Por una simple avellana, dos rapazuelos pobretes, se pegaron de
cachetes un martes por la mañana.
Y así se descubrió y se creó “El Altruismo”, también sus exponentes, “Los
Altruistas”, quienes luego tuvieron monumentos, escuelas con sus nombres, fama
y gloria y gratitud eterna.
Los campeones de La Beneficencia, los virtuosos de la Caridad, los
técnicos, científicos del arte de aprovechar al máximo las migas excedentes;
aquellos que construían hospitales y escuelas con el sobrante de los
gananciales y que participan de la tesis que sostiene que “un hombre satisfecho
produce mucho más que otro con hambre”, encontraron que -¡Eureka!-
satisfacerlos sale muy barato y hacerlos producir es productivo.
En tal virtud, la institución Benéfica mereció pedestal, bronce y poema. Se
erigió en policía que resguarda ventanas y vitrinas, para que no se acerquen
los mendigos, para que no se asome nunca jamás el hambre ni la desnutrición
(que son lo mismo) con sus bocas abiertas y su mugre, con sus piernas llagadas
y sus niños raquíticos, para que no se acerquen y para que no arruinen la
digestión de los benefactores.
D E R R U M B E
Allí está la noticia: las covachas destruidas por la lluvia, por el
incendio, la inundación o por los terremotos.
No cuesta nada: es gratis la noticia.
Esto es un buen negocio, porque, luego, el que vivía allí, en esa covacha y
ya no tiene techo que lo cubra y está llorando ahora su intemperie -¡Tome luego esa foto!- se quitará el bocado de la boca para comprar
el diario que publica el retrato de su covacha en ruina y su miseria.
Publicado por La Cuna del Sol
USA
No hay comentarios.:
Publicar un comentario