Las acciones de Trump, que
muchos califican como las acciones de un hombre desequilibrado que ignora las
complejidades de una región tan explosiva como el Medio oriente, de ninguna
manera deben ser atribuidas a su conflictiva personalidad, al contrario, son
más bien las acciones deliberadas de un personaje habituado al escándalo, la
bravuconería y la arrogancia, pero que en lo sustancial se comporta como la
mayoría de sus antecesores en cuanto a buscar mantener a cualquier precio la
hegemonía global de Estados Unidos.
¿UN LOCO EN WASHINGTON?
Ya bastante, o demasiado, se ha dicho a cerca de lo demencial que viene
siendo el accionar de Donald Trump, el actual ocupante de la Casa Blanca que
ejerce como presidente de Estados Unidos. Y es que en los últimos días esa
percepción se ha acentuado, primero, al romper el acuerdo nuclear con Irán, que
se ha considerado uno de los pocos éxitos de la diplomacia estadounidense en la
últimas décadas, y luego el traslado de la embajada estadounidense en Israel,
de Tel Aviv a Jerusalén; un tema escabroso que habían eludido todos los
anteriores presidentes. Sin embargo, las acciones de Trump, que muchos
califican como las acciones de un hombre desequilibrado que ignora las
complejidades de los temas en cuestión y en una región que ya de por si es un
caldero del diablo, de ninguna manera deben ser atribuidas a su conflictiva
personalidad, al contrario, son más bien las acciones deliberadas de un
personaje habituado al escándalo, la bravuconería y la arrogancia, pero que en
lo sustancial se comporta como la mayoría de sus antecesores en cuanto a buscar
mantener a cualquier precio la hegemonía global de Estados Unidos.
Romper el acuerdo nuclear o Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por
sus siglas en inglés) con Irán (anticipado por Trump durante la campaña
presidencial en 2016) no es producto de la ignorancia o de la volatilidad del
carácter de Trump, aunque es un hecho que el extremismo anti-iraní de
personajes como Netanyahu y del Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, haya
terminado por influenciar su decisión, sino la continuidad de la estrategia
imperialista de someter a Irán y que se ha venido poniendo en práctica desde
los tiempos de Jimmy Carter, tras el triunfo de la revolución iraní que terminó
por expulsar a la estadounidenses de su territorio. El argumento utilizado por
Trump y los furibundos enemigos de Irán en el sentido que el acuerdo está
plagado de deficiencias (un pésimo acuerdo) y que de ninguna manera limita la
capacidad de Irán de obtener la bomba nuclear, es nada más el pretexto para
acabar con el mismo. Es un argumento barato, refutado por las constantes
inspecciones de AIEA que una y otra vez ha certificado el cumplimiento de Irán
con lo estipulado en el acuerdo. En realidad, como señalan algunos
analistas, nunca se trató
del acuerdo nuclear en sí mismo, el único fin para Estados Unidos e Israel cuando
se trata de Irán siempre ha sido no otra cosa que la dominación total, seguida
de la destrucción total, en otras palabras, cambio de régimen, como en Libia.
La reimposición de las sanciones económicas crearan grandes dificultades
a la economía de Irán que atraviesa
seria dificultades por el mal manejo que de la misma ha hecho el régimen
neoliberal de Rouhani quien además carga con la culpa de haber caído en la
trampa de desmantelar su programa nuclear a cambio de casi nada ($10 de $150
mil millones congelados en los EE.UU), porque ahora con la certeza del duro
bloqueo económico que se aproxima y si no cuenta con el respaldo de los demás
países firmantes del acuerdo, Francia, Inglaterra, China, Rusia y Alemania,
quedará a merced de la furia de Trump que lo ahogará económicamente hasta que
acepte sus imposiciones, es decir, el desarme total y a la entera disposición de
Estados Unidos. Lo anterior lo ha demostrado el beligerante discurso pronunciado
por el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien al hablar sobre la nueva
estrategia (guerra económica) que el régimen de Trump le aplicaría a Irán,
prometió, una presión financiera sin precedentes, que resultará en las sanciones más duras de la historia a menos
que la republica Islámica renuncie a todas sus actividades nucleares, a su
programa de misiles balísticos, y su apoyo a grupos regionales (proxies) como
el Hezbolá libanés o el Hamas palestino.
El plan de Trump comprende 12 puntos (diktats) que Irán deberá aceptar incondicionalmente
para hacerse merecedor a la “benevolencia
imperial”, pero que en realidad equivaldría a la total capitulación de la
Republica Islámica ante Estados Unidos e Israel, que anhelan su total
eliminación como potencia regional, incapaz de interponerse en sus planes
hegemónicos en el Medio Oriente, como sucede actualmente en Siria, Irak, Líbano,
Yemen y Palestina, donde ha actuado con mucha efectividad para truncar los
planes neoconservadores de Trump de rediseñar el Medio Oriente. Todo esto ha
causado la furia de Trump y su cábala neoconservadora pro-israelí quienes han
decidido apretarle las tuercas financiera y militarmente hasta que el régimen
teocrático tire la toalla y acepte todas las condiciones impuestas por
Washington -donde hay muchos neoconservadores que perciben que ha llegado el
momento de caminar triunfantes por las calles de Teherán; aquel sueño
largamente acariciado de los años de G.W. Bush.
¿Podra Irán resistir la enorme presion y no doblegarse ante la furiosa
embestida de Trump?
Aquí hay que tomar en cuenta que la estrategia de Trump, aparte de
enfocarse primordialmente en Irán tiene otros objetivos geopolíticos inmediatos
-e Irán es la vía para alcanzar esos objetivos. La UE, Rusia y China son las
tres potencias que Trump tiene en la mira. Esto es el reflejo de la enorme
batalla que se viene librando entre estas potencias capitalistas cuyas
contradicciones, o las propias contradicciones del capitalismo, las está
poniendo en un plano de confrontación directa que cada vez asume matices más
descarados y violentos. La UE se encuentra atrapada en un serio dilema:
escoger entre su apoyo a Irán o ceder,
como ha sido siempre el caso, a las presiones de los EE.UU. Si se decide por lo
primero y desafía el ultimátum de la Casa Blanca de suspender inmediatamente
sus inversiones en Irán, sus empresas sufrirán las consecuencias de las sanciones
anunciadas por Trump que sabe que la UE no tiene mucho margen de elección entre
el mercado iraní de $400 mil millones y el estadounidense de $18 billones. Trump
quiere debilitar a la UE (especialmente Alemania, la mayor potencia económica
de Europa que mantiene un superávit de $70 mil millones en su intercambio
comercial con Estados Unidos) a la que ve como un competidor desleal que se ha
aprovechado de los Estados Unidos; Irán, donde Alemania y Francia desarrollan
grandes planes económicos, es solo el pretexto, en realidad se trata de obligar a Europa a abandonar la idea
de proteger sus propios intereses.
Rusia y China, a pesar de las presiones económicas y militares a las que Washington tiene sometido a ambos,
tienen mucho más margen de maniobra para respaldar a Irán ya que sus grandes
avances económicos y militares los colocan en una posición de paridad en
relación con los EE.UU, lo cual les permite hacer frente a las imposiciones del
régimen de Trump. Sin embargo, tanto China como Rusia, ambos garantes del
acuerdo con Irán, en términos generales han adoptado una posición muy defensiva
o de apaciguamiento, y aunque han manifestado su apoyo a Irán, sus ambigüedades
a la hora de enfrentar las constantes agresiones imperialistas, llevan a pensar
que puedan asumir una actitud pasiva a la hora de tener que enfrentar el
bloqueo económico contra Irán, o peor aún, cuando esto degenere en una total
agresión militar por parte de los EE.UU e Israel. Es muy alarmante, sobre todo,
la actitud de Rusia en Siria, donde al querer asumir el rol de mediador (amigo
de todos) en el conflicto permite, a pesar de sus capacidades militares, que
Estados Unidos e Israel ataquen a placer las posiciones del ejército sirio y de
las fuerzas iraníes que has sido sus aliados más importantes en la guerra que
por 3 años han venido peleando contra los ejércitos de mercenarios terroristas,
apoyados precisamente por estados Unidos e Israel.
La realización por parte de la elite imperial estadounidense de que ya no
comanda la economía internacional como antes lo hizo, y que su posición
hegemónica global cada día se deteriora más ante el empuje y la presión que
vienen ejerciendo las nueva potencias como China y Rusia, ha hecho que Estados
Unidos este embarcado en una fase de mucha agresividad en casi todas la
regiones del planeta donde sus grandes intereses están siendo amenazados por esas
potencias. Es improbable que rusos y chinos ignoren esto, sobre todo, la
dimensión de lo que se juega en Irán, es decir, las motivaciones reales de Trump al abandonar
unilateralmente el acuerdo alcanzado con la Republica Islámica. O quizás en sus
cálculos, sea preferible calmar con ciertas concesiones a la bestia, antes que
tener que lidiar con su estrepitosa caída que sería fatal para sus grandes
interese económicos íntimamente ligados a los de su rival. Ultimadamente la
preservación de la estructura global del capitalismo es lo deseable y en eso
las principales potencias capitalistas están en total acuerdo. Sin embargo,
Estados Unidos no solo desea eso sino también mantenerse como la potencia absoluta,
sin importar que para ello tenga que aplastar sin piedad a sus principales
rivales, China, Rusia y la UE. Irán es apenas el inicio…
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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