La imagen que se analiza es
representativa de la realidad de un mandatario que, a partir de ese día, se
desenmascaró y se colocó del lado de los sectores tenebrosos del país.
-LEA. LEA DE CORRIDO…
Por Ramiro Mac Donald
En un análisis semiótico
“…se trabaja sobre estados, que sólo son pequeños pedazos del tejido de la
semiosis, que la fragmentación efectuada transforma en productos. La
posibilidad de todo análisis del sentido descansa sobre la hipótesis según la
cual el sistema productivo deja huellas en los productos y que el primero puede
ser (fragmentariamente) reconstruido a partir de una manipulación de los
segundos. Dicho de otro modo: analizando productos, apuntamos a procesos…”
Elíseo Verón, en Semiósis
Social
La fotografía que hoy presento para analizar fue tomada de un video captado
el 27 de agosto de 2017, hace dos años. En ese video, el presidente de
Guatemala, Jimmy Morales, declaró “non grato” a Iván Velásquez, jefe Comisión
Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Esa instantánea (según
Verón) es un estado y a la vez un pequeñito trozo de esa semiosis profunda de
la lucha contra la corrupción, iniciada en 2015 por amplios sectores de la
sociedad. Esa fotografía es también un parteaguas. Hay un antes y un después, porque
desde esa triste jornada todo cambió para los ciudadanos conscientes que
añoramos un país diferente, con funcionarios probos y dignos.
Desde lo perceptible (el signo material) esta imagen denota un ambiente
lóbrego, pues tiene un aspecto opaco. Pero no solo es una fotografía oscura. Su
pésima iluminación es señal de que no fue preparado dicho escenario sino que
fue un montaje apresurado, improvisado, muy burdo. Tres conceptos que implican
un pésimo manejo de la imagen presidencial, pues la presidencia de Morales se
proyectó de manera tenebrosa. En política, la forma es el fondo y una imagen
como esta (su parte conceptual) envíó un mensaje de gobierno confuso, en lugar
de proyectar capacidades para comunicar con claridad. Su falta de experiencia
política, además, salta a la vista.
Esta fotografía de Jimmy Morales (según Verón) deja huellas profundas como
un producto de pésima calidad. Por lo que la reconstrucción que un semiólogo
puede realizar, basado en este pedacito del oscuro mensaje lanzado aquel día,
es sencillamente de total ignorancia del manejo inteligente de la imagen, ya no
solo presidencial, sino del gobierno en pleno. El proceso de comunicación se
termina concretando en este pésimo producto final, que reproduce las acciones
tenebrosas que Jimmy Morales había decido llevar a cabo en contra de Iván
Velásquez y la CICIG.
Se recuerda que esta imagen circuló profusamente en la WEB desde muy
temprano aquel domingo 27 de agosto 2017, hace dos años. La estrategia fue
lanzar a las redes sociales (en un horario inusual) ese nefasto video. Para la
lucha contra la corrupción, el video marcó la fecha fatal para forzar a la
CICIG a abandonar el país, este 3 de septiembre 2019 por decisión unilateral
del presidente Morales. Esta foto revela, connotativamente, su apego a fórmulas
oscuras de comunicar.
La imagen que se analiza es representativa de la realidad de un mandatario
que, a partir de ese día, se desenmascaró y se colocó del lado de los sectores
tenebrosos del país. Esta foto es un pequeñito tejido seleccionado, apenas,
pero demuestra la realidad que hoy padecemos los guatemaltecos: CICIG debe irse
porque incomodó al poder político corrupto, a las élites empresariales que
utilizan el Estado y a esos políticos que son sus fieles mandaderos; pero también
a los narcos chapines, mexicanos y colombianos, quienes usan influencias y
poderes impunemente en todo el país y tienen el respaldo de algunos miembros
del ejército que les dan protección y vigilancia. Y por ser fieles escuderos,
se satisfacen con las migajas del negocio de transportar millonarios
cargamentos hacia al norte.
La imagen seleccionada de Jimmy Morales esconde el espesor de una cobardía
(percibida en su atropellado discurso) pero también la búsqueda de utilizar un
disimulado y penumbroso rincón desde donde, agazapado, pudiera lanzar palabras
verosímiles y que tuvieran apariencia de verdad, para no sonar tan falsas. En
esa foto nebulosa se respira miedo por parte de un emisor que se cree muy
audaz, declarando ingrato a un hombre que hizo más por la justicia, que muchos
guatemaltecos. Pero es, a la vez, una
imagen premonitoria de tenebrosas intenciones, como signos que revelan sus
foscas mañas y caprichos.
Pero Morales se atrevió a dar paso más allá, luego de ese domingo. Es imposible olvidar aquel jueves 31 de agosto cuando Jimmy Morales hizo que
Guatemala involucionara varias décadas. El mandatario se presentó en el Salón
de Banquetes de Palacio Nacional, un lugar de recurrente fascinación
presidencial para hacer sus “re-presentaciones” teatralizadas, con lecturas
bien impostadas. Ese día parecía estar
anunciando un Golpe de Estado, al salir respaldado por sus militares y
ministros preferidos. Y parecían que todos sus acompañantes con caras largas,
caras de asustados, posaban para una foto de guerra, cual declaratoria de lucha
sin cuartel contra el mundo civilizado. ¡Contra la Organización de
Naciones Unidas! Nada menos…
Aquel día, la máscara democrática se le cayó. El aprendiz de dictadorzuelo
había surgido con total plenitud, sin sutilezas. Lástima, pero para mi sería
demasiado doloroso analizar semióticamente dicha imagen del 31 de agosto. Mejor
presento la tétrica foto que encabeza este análisis semiótico, pues bien enmarca la profunda oscuridad de
sus gestos, palabras e intensiones. Allí, Jimmy Morales estaba en plena
construcción de su identidad, sin la elegancia ni elocuencia de los discursos
preparados, ni editados después en estudio. Burdamente lo habían puesto delante
de una triste y descolorida bandera, le dieron el texto y le dijeron:
-Lea. Lea de corrido.
Sin iluminación, Jimmy no pudo siquiera ensayar. Estuvo solo con su
experiencia histriónica y lo hizo, sin medir ni pensar en las gravísimas
consecuencias de este acto lúgubre, traicionero. Tal vez, en ese momento, solo
pensó en salvar a su hijo y en su hermano, que habían resultados embarrados por un negocito de poca monta,
pero que el pueblo de Guatemala no olvidará jamás.
Y… leyó de corrido. Y, sí, Jimmy Morales (esa madrugada del 27 de agosto de
2017) no se equivocó en el acto de leer.
Por algo había sido elegido por sus patrocinadores, porque sabían de su
capacidad de interpretar cualquier papel que le exigieran. Y aquel payasito medio cursi de la
televisión, a partir de esa fecha, encontró la metamorfosis perfecta para su
desmedido ego, su nivel intelectual y académico. Ahora interpretaría, en esta
tragedia nacional, el caprichoso papel de un fabricado héroe que lucharía
denodadamente por la no intervención extranjera y podría erigirse en el paladín
que abogaría por la soberanía nacional.
Parecería curioso que, a partir de una simple imagen, logren flotar tantas
posibilidades semióticas para intentar, por lo menos intentar desocultar la
realidad.
Publicado por La Cuna del Sol
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