Me temo que las dictaduras militares y civiles de los últimos sesenta y seis años les han provocado a los guatemaltecos una mutación genética en su cerebro.
¿QUÉ LES PASA A LOS
GUATEMALTECOS?
PARECIERA QUE TIENEN
EL CEREBRO AL REVÉS…
Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Me temo que las dictaduras militares y civiles
de los últimos sesenta y seis años les han provocado a los guatemaltecos una
mutación genética en su cerebro. ¿Por qué digo esto? Porque, de manera
sorprendente, pareciera que para ellos el mundo, las creencias y valores están
al revés. Son tantas las cosas sorprendentes, acciones u omisiones, que se
podría a estas alturas históricas hacer muchos volúmenes de estas barrabasadas,
que no estarían tímidos los connacionales ante los volúmenes de la Enciclopedia
Británica. Tonterías, mezquindades, cohonestaciones, muladas simples, torpezas
para montar en cólera y, en fin, tantas cosas feas que dan ganas de salir
huyendo de este paisito llamado Guatemala.
Periodistas chayoteros, como dicen los mexicanos. Presidente homosexual, lo
cual no tiene nada malo, pero no tiene arrestos para reconocer su preferencia
sexual y empoderar de este modo a los colectivos gay tan discriminados y
reprimidos por los grupos intolerantes. Le faltan al presidente dos fértiles
ovarios. Un vicepresidente que da la impresión de ser un hombre honesto, lo
cual no es cierto. Todo cuestionamiento hecho público por el señor Castillo
ocurre cuando una y otra vez es marginado de las decisiones de Estado. Se
encabrona, pero como es de los mismos granujas, da por desconocer la palabra renuncia. Es decir, no apela a su
dignidad y es muy posible que si Dios le hiciera el milagro no vacilaría en
quedarse con la presidencia.
Los jueces, bueno, hoy es muy común llamarle
prevaricación, pero toda resolución judicial que se hace a sabiendas por no
estar fundamentada en derecho, la doctrina jurídica la tiene muy bien explicada
hace ya algunos siglos. Las magistraturas son igual en Guatemala cuando en la
Edad Media los obispos de la iglesia católica compraban el cargo. Ocho mil
bambas de oro gastó Juan Fermín Aycinena, el marqués hechizo de Guatemala, para
que le dieran el cargo a un pariente cachureco que no se quería quedar atrás en
el linaje y pasó con ese dinerito a ser parte de la nobleza eclesiástica y
fortalecer de ese modo ese clan familiar tan pernicioso en la época colonial
que dominaba todos los escenarios de la vida social de Guatemala: en lo
político, en lo económico y en lo espiritual. Ese mismo esquema de corrupción
creado, promovido y heredado por este vasco codicioso es el mismísimo esquema
de la actualidad, es decir, 300 años después.
La mutación genética pareciera que ha sido
inevitable. Jóvenes guatemaltecos menores de 30 años pensando como viejos, con
anquilosamiento de ancianos donde no cabe la ingenuidad, los sueños, la
temeridad; tan propios de los años de la juventud. Estamos jodidos de verdad
con estos jóvenes. Y los viejos, los venerables ancianos de las mañas y no del
sabio consejo, pensando peor. No hay brecha generacional, las dos generaciones
son igualmente imbéciles, unos por muy jóvenes y los otros por muy viejos, con
mañoserías en cada uno de los diez cayos de los dedos de los pies.
En Guatemala habla uno y toma un acuerdo,
aparentemente con una persona seria, formal y decente. Y resulta el desengaño
en unas pocas horas. Nada de lo que hablas u acordaste como obligación natural
y no jurídica, cuenta. Se perdió el honor, el honrar la palabra, el entender
que las deudas no son de dinero, sino de honor.
Es el honor, guatemaltecos tramposos, lo que se estropea o pisotea. Es una
sociedad de bandidos porque aquí nadie sabe ya lo que significa palabra de honor. Pero la culpa la
tiene la mutación genética operada en el cerebro de los guatemaltecos.
El guatemalteco ama al que lo desprecia y
desprecia al que lo ama. Defrauda a quienes lo aprecian y enaltece al que lo
agarra a patadas. No sabe de horarios, no sabe decir permiso, pasa en medio de
dos personas como pollo, no tanto como perrito, porque ellos piensan más. Es
tanto que los especialistas del idioma debieran de pensar en serio en crear la Enciclopedia Guatemalteca. Este país,
lectores, está que da miedo. Por eso es bueno tomar sus cosas negativas con
humor, para no perder hasta eso. De veras, pobres los guatemaltecos.
Publicado por La Cuna del Sol
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