Con un movimiento popular inexistente y todas las instituciones copadas por los corruptos. ¿Qué es lo queda al pueblo de Guatemala? Tal vez el camino menos deseado: el de la violencia.
LA MISERABLE DICTADURA
GUATEMALTECA
SE CONSOLIDA CADA DÍA
MÁS
Luciano Castro Barillas
Escritor y Analista Político
La Cuna del Sol
Guatemala es un desastre. No hay manera de
decirlo de otra manera, más amable, digamos. Más sutil. Menos chocante, no
obstante, es así la realidad nacional donde la oligarquía tradicional y la
emergente, que ha acumulado dinero con el saqueo de los recursos del Estado, se
posiciona por obra y gracia de estas acciones deleznables, por el robo; como
una clase dirigente más cínica, más desvergonzada, más voraz y carente de la
mínima sensibilidad de los problemas nacionales.
Guatemala y el Estado ha sido percibido como un
botín donde se alternan el saqueo los oligarcas financieros, los oligarcas
agroexportadores, los detentadores del comercio internacional, los militares
corruptos y antipatriotas y no digamos los políticos que se entronizaron como
los amos y señores de esa gigantesca letrina en que han transformado a
Guatemala. Pobre de país este. Se necesitan cambios de gran calado,
estructurales, pero, ¿y cómo? A todos
los guatemaltecos, o al menos a los decentes, les preocupa el destino de esta
sociedad, porque hay tanta riqueza en tan pocas manos, la cual es retenida
egoístamente por esta oligarquía insaciable.
La semana que termina estuvo marcada por la
pugna intraburguesa entre sujetos, todos, inescrupulosos, que quieren a como dé
lugar salir de su anonimato financiero, ya no ser pelados, es decir, personas
de las capas medias de la sociedad que han ido escalando en cargos públicos muy
bien remunerados para posicionarse como personas opulentas. Ideales, por
cierto, de la gran mayoría de personas en este país arrollado por la
corrupción, por eso la razón de la existencia de la corrupción galopante,
incontrolable y el narcotráfico.
Lo de Juan Orlando Hernández, ex presidente
pillo de Honduras, se queda corto con los niveles de corrupción de Guatemala.
Aquí, en este paisito, debieron ser extraditados y con cadena perpetua Alfonso
Portillo, Oscar Berger, El Mono de Oro, Álvaro Arzú; el inefable idiota Jimmy
Morales y ahora este desagradable homosexual (porque hay muchos gays
amables, educados y de buen corazón) de
origen italiano Alejandro Giammattei. Por eso hacen tantas barrabasadas, por
una sencilla razón, por el desamor a esta bella tierra llamada Guatemala y
porque, pese a haber nacido en esta tierra, son familias y guatemaltecos
adoptados. Es decir, sin generaciones anteriores que los convaliden como
verdaderos guatemaltecos. ¿Italianos dirigiendo a Guatemala? Así ha sido
siempre. Los europeos han estado presentes siempre en la vida nacional y no
para bien.
Los alemanes emigrantes de Alta Verapaz, dos o
tres generaciones después, crearon bandidos narcotraficantes. Con los españoles
también es igual o los belgas. Sin embargo, los netos chapines, son siempre los
incondicionales serviles de los blancos. Por ejemplo, doña Consuelo Porras, con
su pinta maya inocultable; está metida en gran pleito por la traición del
presidente Giammattei para quien los servicios de la fea son totalmente
incómodos, dado que está siendo desde ya hace meses malquerida por algunos
congresistas de los Estados Unidos.
Podría seguir siendo útil pero, al parecer, en
la coyuntura actual, ya no les sirve y tiene que ser desechada. Igual pasó con
el ex presidente del Congreso, El Gordo Panqueque, pues luego de hacer todo
como trasero complaciente, lo desecharon por la borda y se rumora que por obra
y gracia del homosexual traicionero. Es que algo se debe aprender, en pillos no
hay lealtades y hoy que se disputan seis pillos ser designado por el gay como
nuevo Jefe del Ministerio Público, se armó la de Troya y doña Consuelo ataca
con su artillería, el señor Méndez Ruiz, siento tan dispuesto a los ruines
menesteres.
Guatemala no gana nada con cualquiera de esas
personas. Todos son iguales y por lo tanto los guatemaltecos debemos sumirnos
en la indiferencia porque, realmente, ¿qué se puede hacer? Con un movimiento
popular inexistente y todas las instituciones copadas por los corruptos. ¿Qué
es lo queda al pueblo de Guatemala? Tal vez el camino menos deseado: el de la
violencia.
Publicado por La Cuna del Sol
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