Comandos especiales de la DEA operan en Centro América.
Antes de entrar en
detalles con la sospechosa Calma Chicha post – electoral que ahora priva
en Guatemala y a la cual el profesor Luciano Castro Barillas se refiere en su
acostumbrada nota periodística, quiero referirme de manera breve a un reportaje
aparecido en el New York Times en fecha 7 de noviembre del 2011. Según el
reportaje publicado recientemente por el
mencionado medio de prensa; comandos elites de la DEA con adiestramiento
militar están actualmente operando en C.A. El NYT menciona la participación de
estos comandos especiales en una reciente operación anti narcóticos en
Honduras, en el cual los agentes especiales de la DEA participaron conjuntamente
con las fuerzas de seguridad locales en la balacera que se origino como
resultado de dicha operación. Se sabe que actualmente la DEA tiene 5 de estos
escuadrones - estilo comando los cuales han sido desplegados de manera silenciosa durante los últimos años en las naciones del Hemisferio Occidental - incluyendo Haití,
República Dominicana, Honduras, Guatemala y Belice – los cuales de acuerdo a
documentos y entrevistas con oficiales, están batallando contra los carteles de
la droga. El programa conocido por sus siglas en inglés como FAST (Foreign-deployed Advisoty Support
Team) que traducido al español sería algo así como; Equipo de Apoyo de Asesores para el
Extranjero, fue creado durante la administración de George W. Bush para
investigar los lazos con el narcotráfico de los Talibanes en Afganistán.
Iniciado en el 2008; bajo la administración de Obama se ha extendido más allá de la zona de guerra. La evolución y puesta en efecto del
programa como un arma de carácter global refleja el crecimiento y alcance de la
lucha contra los carteles de la droga que los Estados Unidos viene librando, así
como la manera en que los legisladores constantemente están borrando la línea
entre aplicación de la ley y actividades militares. Aparte del combate a las
drogas no se sabe exactamente qué otros fines políticos o geoestratégicos
encierran la creación y operatividad de
estos comandos especiales encubiertos de la DEA. Probablemente estos comandos
elites de la DEA compuestos por veteranos ex militares supervisados por un ex
Navy Seal y entrenados y equipados por el Pentágono, sean el preludio a la
militarización, como en México, de la lucha en contra de los carteles de la
droga. Es importante tener en cuenta que a Hillary Clinton, y como ella misma
lo expresara el año pasado, le encantaría un “Plan Colombia” para México y por
extensión para Centro América. Hillary Clinton además ha expresado que, en
muchos casos las pandillas del narcotráfico se han transformado o están
haciendo causa común con lo que se consideraría una insurgencia en México y en Centro América. Esto no solo significa
combatir a algunos de los carteles de la droga sino una mayor habilidad para
intervenir en los asuntos regionales. Como sería la emergencia de gobiernos o movimientos populares de izquierda que
se opongan a los intereses económicos de los Estados Unidos en la región. En cuanto a la participación de los comandos
elites de la DEA en Guatemala, el NYT reporta la
participación de esta en marzo del 2011 en el arresto de Juan Alberto Ortiz
López a quien la DEA consideraba un prominente contrabandista de cocaína al
servicio del Cartel de Sinaloa. En otra instancia y de acuerdo a un cable
diplomático, la DEA conjuntamente con
fuerzas de seguridad guatemaltecas a bordo de 7 helicópteros americanos,
condujeron el 21 de julio del 2009, una operación destinada a la captura de
cuatro miembros de la familia Lorenzana buscados por narcotráfico. La operación
fue un fracaso pues los sospechosos lograron fugarse con anticipación, debido
según el cable, a que habían sido advertidos con antelación de la inminencia de
la operación en su contra. Un ex jefe del consejo de seguridad de Guatemala,
Francisco Jiménez, dijo en una entrevista que la participación Americana era un
“secreto a voces” aunque raramente reconocida.----Marvin Najarro
LA CALMA CHICHA SE ESTÁ DANDO EN GUATEMALA, LUEGO DE GANAR LAS ELECCIONES LA EXTREMA
DERECHA
Por Luciano
Castro Barillas
La violencia en Guatemala se
desbordó como nunca durante el período de campaña electoral, campaña ilegal
dado que se empezó a hacer proselitismo muchos meses antes de ser autorizada
por el Tribunal Supremo Electoral, principalmente por los dos partidos que
tenían más posibilidades de llegar al poder (UNE-GANA y el Patriota). Esta
campaña anticipada demostraba a los ciudadanos la áspera textura de que están
hechos los politiqueros nacionales que, en función de llegar al poder, se
pasaban por encima de la importante disposición legal del dictum jurídico
guatemalteco. Sin fuerza coercitiva para hacer cumplir la ley, los magistrados
del Tribunal Supremo Electoral no pudieron hacer otra cosa que sancionar a esas
instituciones que son todo, menos partidos políticos, con irrisorias y mínimas
multas que fueron cínicamente recurridas, a sabiendas los politiqueros que
estaban ante una flagrante violación de la ley.
La campaña puesta en marcha con casi
año y medio de anticipación llegó a afectar la salud emocional de los
ciudadanos que escuchaban propuestas políticas banales, superficiales y
anodinas por radio, televisión e Internet, agresiones desconsideradas al
ambiente como pintarrajear con colores
salvajes (anaranjado, rojo y negro) los troncos de hermosos árboles, atestar los
caminos utilizando las señales viales como vallas publicitarias y sobre todo
constantes y mutuas hechos de violencia entre simpatizantes de la UNE y el Partido Patriota.
Pero a la violencia electoral explícita habría que agregarle un tipo de
violencia aparentemente desasociada y atípica del evento electoral: la
violencia, digamos, común.
Los cadáveres de personas, hombres y
mujeres, aparecieron puntuales y mutilados cada semana, causando zozobra,
espanto y condena de todos los ciudadanos. Dentro de esas atrocidades contra
los seres humanos se llegó a lo impensable, un bebé de pocos días de nacido fue
decapitado y su pequeño cuerpo abandonado en la calle. Las extorsiones
repuntaron, focalizadas de manera especial en los chóferes de los autobuses
metropolitanos, los de los municipios del departamento de Guatemala inmediatos
a la capital y menos frecuentes estos hechos delictivos en los transportistas
que cubrían el interior del país. La espiral de violencia alcanzó a todos las
clases sociales, al punto que hasta un familia de la burguesía
guatemalteca -los Barreda
Siekaviza- se vieron involucrados en un
crimen de violencia intrafamiliar, proceso investigativo que llevó a la cárcel
hasta una ex presidenta de la Corte Suprema
de Justicia -madre del supuesto asesino-
como cómplice de homicidio, de obstrucción a la justicia. En ese contexto de
violencia extrema la campaña electoral dejó de ser la perspectiva de una vida
mejor para los ciudadanos apremiados por la pobreza y la miseria (que
eufemísticamente los tecnócratas del neoliberalismo han dado llamarle extrema
pobreza) y se constituyó en otro espacio indeseable de violencia, frustración y
desesperanza que hace ver a los ciudadanos honrados muy lejana y chica la luz
del túnel, la salida imprescindible que espera la sociedad guatemalteca que los
sucesivos gobiernos de derecha que nos vienen gobernando desde 1954. Los
gobiernos más inmediatos en la historia
(los de la mal llamada era democrática [1986] y que no es
más que un proceso simple de apertura política por las múltiples
falencias en materia social, política y económica) también de derecha han demostrado una y otra
vez que son simples administradores de la crisis permanente del Estado y la
sociedad guatemalteca, de la explicación de la carencia de profundidad y
sustentación de los programas políticos de los grandes partidos politiqueros
guatemaltecos, con una total subordinación programática al poder oligárquico
tradicional, principalmente, y los nuevos capitales emergentes, como siempre de
dudosa procedencia, incapaces, como dijo con humor un amigo por allí; de
resistir la mínima auditoría. Cabe, pues, una pregunta obligada sobre
la espiral de terror que vivió Guatemala durante la campaña electoral de 18
meses: ¿quién realmente sigue promoviendo el terror en nuestro país? ¿Cuáles y
cuántas son las fuerzas clandestinas armadas que son capaces de promover la
violencia en todo el territorio nacional y que explican también la presencia de
la Comisión Internacional
contra la Impunidad
en Guatemala organizada y patrocinada por las Naciones Unidas ?
No estoy en condiciones de acusar a
nadie, pero sin tengo el derecho de la suspicacia. Luego del triunfo electoral
del partido ultra conservador todo ha vuelto a la calma. Los hechos de
violencia han sido mínimos, esporádicos, en este tiempo de transición. Se vive
una calma chicha en todo el territorio nacional, que podría ser bastante breve
o va a ser de cuatro años. Vaya usted a saber, querido lector, qué es lo que
está pasando en este país atormentado e imprevisible, que de la violencia
incontrolable pasa a vivir con bastante sosiego, no digo paz, que es un asunto
distinto.
Publicado por: Marvin Najarro
CT, USA.
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