EL PROCURADOR DE LOS
DERECHOS HUMANOS DE GUATEMALA Y SU PROBABLE REELECCIÓN
Era un asunto de dominio público que el actual
Procurador de los Derechos Humanos, Sergio Morales, en los cinco últimos años se había hecho un
hombre “institucional”. Todo lo contrario a lo que debe ser un Ombudsman: un
permanente fiscalizador y denunciante de los desaciertos del gobierno de turno
y no un apañador. La crisis de la
PDH no se focaliza realmente en la disminución de su
presupuesto, antes bien en el interés estrictamente personal de una persona que
por muchas razones (el dinero, la principal) intenta reelegirse por segunda
ocasión. Para fortalecer al Estado de Derecho y el esfuerzo renovado que hacen la Comisión Internacional
contra la Impunidad
y la Fiscalía General
en las personas de Francisco Delanese y Claudia Paz respectivamente, asimismo
el nuevo gobierno, se hace inaplazable por muchas razones la sustitución del
actual procurador, que no sólo luce errático en su actuar personal (por el gran
culto a la personalidad que despliega) y en su cargo, si no que a estas alturas
está causando ya graves perjuicios a la institución que dirige. Luciano Castro
Barillas.
¿SEGUNDA REELECCIÓN?
Su falsa sonrisa
aparece en vallas publicitarias
y en los buses urbanos
de ciudad de Guatemala
Por Ramón Cadena,
Director de la Comisión Internacional
de Juristas para Centro América
El pueblo ya no quiere a un Defensor del Pueblo
que no hace nada por defenderlo. Categóricamente está en contra de la
reelección del procurador de los Derechos Humanos, doctor Sergio Morales.
Durante los últimos cinco años de su segundo mandato no tiene acreditado ningún
merito profesional, ni ha ejercido el cargo con la necesaria transparencia e
independencia. Todo lo contrario, su trabajo ha girado en torno al silencio,
para no ofender a funcionarios, miembros de partidos políticos o personas que
con sus actos cometen violaciones a los derechos humanos y afectan el Estado de
Derecho. El silencio va acompañado de una grave enfermedad que el doctor
Morales llamó en su primer informe hace diez años “anomia estatal”,
enfermedad que durante su segundo mandato lo contagió mortalmente.
Un Procurador de los Derechos Humanos
eficiente, al oponerse a las injusticias y a los abusos que pueden cometer
diferentes funcionarios públicos, por naturaleza irrita y molesta a quienes
supervisa. Y en el contexto de Guatemala, esta actitud de verdadero compromiso
le veda automáticamente en la práctica la posibilidad de optar por un nuevo
mandato. Por eso toda persona que es electa en el cargo de Procurador de los
Derechos Humanos, si quiere cumplir bien con su tarea, debería entrar pensando
que no va a optar por la reelección, ni tratar de anquilosarse en su
egocentrismo e intereses personales. La fórmula correcta para que un
Ombudsperson permanezca en el despacho por dos o tres períodos consecutivos es guardar silencio frente a diversas
violaciones y refugiarse en los corredores y oficinas de su edificio,
evadiendo enfrentar lo que está sucediendo en la calle. Y eso es precisamente
lo que ha hecho el doctor Morales en los últimos cinco años. Eso sí, se ha
dedicado a colgar fotos de diferentes tamaños y colores, mostrando su rostro en
todas las paredes. Su falsa sonrisa aparece también en las vallas publicitarias
y en los buses urbanos, en los que a diario son asesinados pilotos y población
civil inocente. ¡Vaya forma de gastar el poco dinero que dice tiene su oficina!
En esta ocasión, la elección de Procurador de
Derechos Humanos estará regida por la Ley de Comisiones de Postulación. Ello
implica que el Congreso de la
República y su Comisión de Derechos Humanos deberán impulsar
todo el proceso en forma pública y transparente. Estoy seguro de que si se
aplica correctamente esta ley y la sociedad civil participa, las posibilidades
de hacer acuerdo bajo la mesa con los partidos políticos se reducirán. Para
bien del Estado de Derecho, el Congreso podrá elegir a una persona que llegue a
rescatar una institución que hoy está sumida en una profunda crisis.
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