Nuestro propósito aquí no es
analizar los números y las cifras y cuentas corporativas, como uno lo haría en
la economía académica. Más bien, vamos a analizar los tres pilares que
representan la columna vertebral de la economía rentista de Israel, que surgió
con la violación de Palestina, y la incautación y la explotación de todo un
país y de sus recursos y la infraestructura.
LA RESISTENCIA GOLPEA A LA
ECONOMÍA RENTISTA DE ISRAEL
Por Adel Samara
Disculpas a los combatientes
de la resistencia, pero el tema de hoy es la economía. Esto puede no ser el
momento ideal para discutir asuntos economicos cuando los héroes de la
Resistencia son hoy el centro de nuestro mundo y nuestra memoria. Sin embargo,
lo que no hay que olvidar es que el asalto israelí, si no la entidad israelí en
sí misma, no habría aguantado sin el flujo de capital -así como de armas.
Quizás sea el momento para muchos de nosotros y del mundo para comprender
finalmente que los sionistas no se asentaron en Palestina para cumplir con el
mito de que es supuestamente una promesa divina, porque la expulsión de un
pueblo para hacer lugar a otro tiene que ser una empresa llevada a cabo por el
hombre.
La promesa es sólo una proyección por parte de los seres humanos en el
Antiguo Testamento. Ha sido cumplida por el capital y complementada por las
promesas humanas, comenzando por la Declaración Balfour y que no termina con
las promesas de los gobernantes árabes en sus tres categorías:
-La alianza que comprende Egipto, Arabia y los Emiratos Árabes Unidos.
-El segmento liderado por la OTAN, el islamista primer ministro Erdogan de
Turquía, y el emir de Qatar Tamim, que han estado socavando la Resistencia.
-El segmento formado por aquellos cuyo silencio equivale a la traición.
Cuando Martín Lutero en la década de 1530, hizo un llamado para la creación
de un Estado judío en Palestina, el impregnó su pedido con justificaciones del
Antiguo Testamento. Pero su verdadera sustancia tenía que ver con los intereses
comerciales capitalistas (holandeses y británicos en la época) en el mundo
árabe. Desde entonces, ha habido un renovado impulso por parte de los cruzados
capitalistas por alcanzar lo que los cruzados feudales no pudieron cumplir.
En otras palabras, la ocupación de Palestina era y sigue siendo un proyecto
capitalista con un disfraz religioso. En él, los capitalistas judíos
encontraron la oportunidad de tener una base permanente en la que podían
consolidar su participación en el orden capitalista global. Esta es quizás la
razón por la que Rothschild comenzó, en el último tercio del siglo XIX, la
financiación de los asentamientos piloto en Palestina.
Cuando la Conferencia de Basilea en Suiza dispuso, en 1897, implementar el
proyecto para el asentamiento judío en Palestina, los conferenciantes fueron
impulsados por la creencia ilusoria de que la ocupación de Palestina se
lograría con facilidad, al igual que se había logrado el genocidio de los
pueblos indígenas de los asentamientos blancos en varias partes del planeta,
especialmente en el actual Estados Unidos. Pero a pesar de las pésimas
condiciones del mundo árabe de hoy, se puede decir que las naciones árabes que
circundan Palestina fueron capaces de prevenir la aniquilación de los
palestinos, aun si lo hicieran de manera pasiva. Podemos ir más lejos y decir
que los árabes durante la era de la marea nacionalista árabe, luego la era de
la resistencia armada, y ahora, la era de la resistencia islamista, combatieron
al enemigo capitalista occidental y a la entidad sionista con lo mejor de sus
capacidades.
La ilusoria creencia de los sionistas se vio reforzada por el hecho de que
lograron que toda la esfera del imperialismo occidental fuera su metrópoli, el
centro de su empresa colonial, mientras que todos los demás asentamientos
blancos tenían un solo país progenitor como una metrópoli. ¿No queda esto
evidenciado por el armamento y la protección que Occidente le da a Israel, y
más recientemente con los Estados Unidos poniendo a disposición de la entidad
sionista sus arsenales de muerte para continuar sus matanzas en Gaza? En
verdad, esto sería sólo la segunda vez que Estados Unidos ha establecido un
puente aéreo para reabastecer a Israel después de la guerra de octubre de 1973.
¿Será que los palestinos y los árabes no entienden que esta empresa no va a
permitir ni siquiera el surgimiento de un diminuto Estado palestino junto a
Israel? En su análisis de la limpieza étnica de Palestina, Ilan Pappe -que está
muy por delante de muchos intelectuales y políticos árabes sobre Palestina -concluye
que puede haber espacio para un mini-Estado para los que fueron desarraigados
de su tierra natal. Pero dentro de su entendimiento, hay dos tabúes al
respecto: No puede haber un desmantelamiento de la entidad sionista en los
territorios palestinos ocupados en 1948, que en su opinión es una realidad
permanente; y no existe ninguna relación entre la dimensión árabe y el
conflicto, o de hecho, sus resultados futuros.
Sin embargo, en el proyecto para la aniquilación y expulsión total
revestido con los mitos del Antiguo Testamento, no hay lugar para un pequeño
Estado palestino construido sobre fragmentos de Palestina. Pobre del sueño
servil palestino capitalista que insiste en la normalización económica que
sirve a Israel, y pobre del sueño de la dirección de la OLP para establecer un
mini-Estado que no es más que una quimera. Pero Gaza ha puesto todo al
descubierto.
Nuestro propósito aquí no es analizar los números y las cifras y cuentas
corporativas, como uno lo haría en la economía académica. Más bien, vamos a
analizar los tres pilares que representan la columna vertebral de la economía
rentista de Israel, que surgió con la violación de Palestina, y la incautación
y la explotación de todo un país y de sus recursos y la infraestructura. Si no
nos damos cuenta de que Israel es un Estado rentista por excelencia, como
cualquier asentamiento blanco, entonces podríamos ser guiados a creer falsamente
que Israel es un milagro económico.
Pero, con el fin de evitar el tipo de retórica vacía que a menudo hemos
oído de muchos palestinos y árabes, vamos a admitir que esta entidad rentista/saqueadora
ha explotado bien su botín. Después de todo, esta entidad está dirigida por una
banda que está bien versada en el capitalismo, y que tiene grandes habilidades
de gestión. Basta compararlo con la gestión de los regímenes rentistas petroleros
árabes para ver la diferencia.
Los tres pilares rentistas de la economía israelí son: la ayuda exterior,
la inversión extranjera y el turismo.
La ayuda extranjera
La población de Israel constituye un poco menos de ocho millones de
habitantes, de los cuales seis millones son colonos judíos, y menos de dos
millones son nativos. El ingreso promedio anual per cápita en esta entidad es
de $28,000.
La entidad sionista siempre ha sido apoyada por el capitalismo global, incluso
antes de que se convirtiera en un estado que expulsó a nuestro pueblo de su tierra
natal. Tecnología civil y militar de avanzada del Occidente imperialista
siempre ha sido compartida con Israel, sin que este último haya pagado nunca “regalía”
alguna. Desde un principio le fueron suministradas armas nucleares por parte de
Francia.
Vale la pena señalar aquí que, hasta el 2008, la ayuda de Estados Unidos y
las reparaciones alemanas dadas a Israel habían ascendido a la suma de $134 mil
millones. Estos fondos son “rentas” de los Estados Unidos a cambio de papel de
Israel como una inversión estratégica en el mundo árabe, y el dinero
ensangrentado de Alemania para las víctimas judías que murieron a manos de los
nazis. En otras palabras, la primera parte de estas rentas eran a cambio de los
servicios de Israel en matarnos y prevenir la emergencia de un mundo árabe
libre y unido, mientras que la segunda parte era a cambio de las muertes
judías. Qué paradoja.
Pero ¿por qué el Occidente capitalista ha creado y alimentado esta entidad?
¿Obtiene occidente beneficios directos proporcionales a lo que paga en ayuda a
Israel? Por supuesto que no, si nos guiamos por los cálculos clásicos
“costos/beneficios”.
Sin embargo, la financiación de Israel tiene un propósito diferente. Israel
es una inversión estratégica para la metrópoli capitalista cuyo objetivo no se
limita a la expoliación de Palestina, sino que también tiene que ver con el
sometimiento del mundo árabe, para facilitar el saqueo de sus recursos, que son
infinitamente más valiosos que el costo de apoyar a Israel. Si todavía hay
personas que no entienden el papel de Israel en posibilitar esta subyugación,
entonces es suficiente para ellos reflexionar sobre las actitudes de los
regímenes árabes con respecto a las atrocidades en Gaza, los informes sobre el
apoyo a Israel de parte de Arabia Saudita y de los EAU, y el silencio de los
ciudadanos de a pie gracias a la normalización. Después de todo, la
normalización con Israel significa su integración en el mundo árabe a través de
la dominación.
Este es el significado de subyugar el mundo árabe y el papel de Israel en
el mismo, ya sea a través de su agresión apoyada y arropada por Occidente, su papel en la protección de
los regímenes serviles y colaboracionistas, o la normalización con muchos
árabes que han sido, como resultado, no sólo alejados de las cuestiones del
interés nacional común, sino incluso de las preocupaciones locales en sus
respectivos países.
Sin embargo, hay implicaciones en este sentido y las preguntas de la
opinión pública e incluso los gobiernos de Occidente con respecto a si las
derrotas que Israel sufrió en 1973, luego en 2000, 2006, 2008, y 2012, y ahora
en 2014, significan que Israel ya no puede servir a su propósito. Esto llevará
a Occidente, ya sea a nivel de los gobiernos o a través de la presión popular,
a reconsiderar sus cálculos, sobre todo porque se trata de los contribuyentes
estadounidenses.
En efecto, dicha reconsideración negaría a Israel enormes ingresos
rentistas. Sin duda, esta es una de las razones por las que los líderes
israelíes han estado trabajando sin cesar para profundizar la normalización con
el mundo árabe, con el fin de socavar la resistencia y asegurar grandes ganancias
a la vez. Esta es la esencia de lo que Shimon Peres estuvo tratando de decir en
su siniestro libro a cerca de un nuevo
Medio Oriente. La obsesión que Peres y sus secuaces han tenido siempre era
esto: Israel debe alcanzar una posición de autosuficiencia. Dado que no existen
indicios de que Israel puede lograr esto sin la normalización de relaciones con
el mundo árabe y la colaboración con los gobernantes árabes, esto es
exactamente lo que debemos evitar a través de la lucha.
La inversión extranjera
No es fácil afirmar con certeza que las inversiones extranjeras constituyen
rentas en el sentido literal y directo, aunque sus retornos pueden ser vistos
como tales, porque no pueden ser cosechadas por la sola inversión de excedentes
locales. Sin embargo, estamos abordando este tema desde otro ángulo.
El capital en Israel está integrado con el capital internacional
globalizado. Sin embargo, invertir en Israel está en parte impulsado por
cálculos políticos e ideológicos que dan preferencia a Israel por sobre otras
partes del mundo, en virtud de su asociación con el hecho de que la entidad es
una inversión estratégica, y con la creencia de que entre más fuerte se hace
Israel, y entre más amplias son la normalización y la derrota de los árabes,
las empresas que superaron a las otras en invertir en Israel obtendrían la
mejor tajada de las futuras oportunidades de inversión. Esto es lo que sustenta
el aspecto rentista de invertir en Israel.
Lo anterior significa que la inversión extranjera directa e indirecta en la
entidad sionista está fuertemente vinculada a la llamada paz. De ahí que, las inversiones
extranjeras llegaron en masa a Israel a raíz de la Conferencia de Madrid en
1991, creciendo aún más a raíz de los Acuerdos de Oslo en 1993, con el volumen
de estas inversiones llegando hasta los $ 104 mil millones entre 1991 y 2004,
este mismo flujo, y estando vinculado a la llamada paz, hace que sea una
inversión rentista, porque su motivación directa es la creencia entre los ejecutivos
corporativos que esta “paz” era equivalente a una oportunidad para márgenes de
beneficio más altos en ese momento, y márgenes mucho más altos con el tiempo.
Naturalmente, la implicación aquí es que la Resistencia se convertiría en
el enemigo de los inversores, es decir, los países de los que proceden estos
inversores, que se traduce en guerra con las corporaciones. Naturalmente
también, las guerras libradas por el enemigo buscan asegurar a estas corporaciones
que “la paz” es sólida y en expansión, y que sólo tienen que ser pacientes.
Entre los tipos de rentas también están la inversión de los capitalistas
judíos en Israel. Estas inversiones dan preferencia a Israel sobre cualquier
otro lugar. No es exactamente cierto que estas inversiones, incluso si fueran
donaciones, se basen en creencias
religiosas. Por el contrario, se basan en el hecho de que el capital sionista,
tanto dentro como fuera de Israel es un pool compartido. Por lo tanto, el poder
real en Israel es el poder de este capital, principalmente en su forma
Ashkenazi.
Este nivel rentista puede discernirse a partir de las políticas de
privatización adoptadas por la entidad sionista desde 1985, como fue discutido
por el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Shimon Peres. Las empresas
privatizadas fueron clasificadas de acuerdo a tres niveles:
-Empresas que pueden ser privatizadas para los capitalistas judíos.
-Empresas que pueden ser privatizadas para los capitalistas occidentales
-Empresas que pueden ser privatizadas para los inversores públicos. (Para
más detalles, ver Adel Samara, The Political Economy of the West Bank: From
Peripheralisation to Development, 1988).
Y, por supuesto, fue la presión estadounidense la que llevó a Israel a
acelerar este impulso privatizador, que a su vez condujo a un control más
profundo y más amplio de la clase capitalista sobre la entidad sionista. Esto
pone en tela de juicio las afirmaciones de la ideología sionista de que Israel
es un Estado de todo el pueblo.
Aquí, también, la resistencia fue capaz de resistir, vencer, y asestar duros
golpes a estas inversiones en el corto, mediano y largo plazos. Pero tal vez el
largo plazo es el más importante, porque se trata de los capitalistas
considerando la posibilidad de recibir golpes importantes en el futuro, después
de haber puesto grandes cantidades de capital en Israel.
En este contexto, vamos a considerar la siguiente paradoja: A pesar de debilitada
posición de Israel en la serie de agresiones que inició desde el 2000 hasta el 2012,
el flujo de inversiones en Israel, especialmente en 2006, no se detuvo.
Por ejemplo, la economía de Israel creció un 5,9 por ciento en el 2000,
pero decreció en el 2001 y 2002 a menos del uno por ciento debido a las
tensiones con los palestinos y la segunda intifada, antes de volver a crecer en
el 2005 por una suma de 5,2 por ciento. En el 2006, a pesar del asalto en el
Líbano, el crecimiento alcanzó el 5,1 por ciento, con las inversiones
extranjeras fluyendo a la entidad sionista por el equivalente de $ 22,5 mil
millones ese año.
¿Qué puede explicar esto, especialmente en lo que respecta al 2006? Las
estadísticas pueden haber sido manipuladas. Es posible que los seis meses
anteriores a la guerra vieran la mayor cantidad de inversión. Pero si asumimos
que la guerra no ha influido en la dinámica de la política-rentista que hemos
explicado más arriba, entonces la guerra actual, que está teniendo lugar dentro
de Palestina, plantea muchas preguntas entre los inversores, preguntas cuya
respuesta definitiva es: No hay espacio para una inversión segura en Israel.
Turismo
Mientras que resulta debatible la cuestión de si las inversiones
estratégicas e inversiones en la “paz” constituyen rentas, la industria del
turismo es sin duda un sector rentista.
También es una industria que es muy sensible a la guerra. Si el capital a
veces puede asumir riesgos para lograr altos beneficios en algún momento, el
turismo, en lo que a los turistas individuales se refiere, requiere de
seguridad completa. Esto tiene un gran impacto en las actividades turísticas en
los períodos de inestabilidad.
Los palestinos fueron alertados de la importancia del turismo en la
Palestina ocupada durante la primera intifada, a pesar de que esta última no
era violenta en el sentido de la lucha armada. En el primer año de la intifada,
el crecimiento económico de Israel cayó al uno por ciento. La producción
industrial se redujo en un dos por ciento, la producción agrícola en ocho por
ciento, mientras que los ingresos por turismo cayeron un 12 por ciento. En
1989, el número de turistas que visitaron Israel en abril y mayo se redujo en
un 23 por ciento en comparación con los dos primeros meses del mismo año.
Pero el nivel actual de la violencia ejercida por la Resistencia ha tenido
un tremendo impacto, ya que cubre toda Palestina en comparación con la primera
Intifada, que se limitó a Cisjordania y Gaza, pero no los territorios ocupados
en 1948.
En el 2013, el número de turistas que visitaron Israel fue de 3,54 millones,
frente a 1,2 millones en 1988. Sin duda, el aumento tuvo que ver con el llamado
proceso de paz, que trajo miles de millones en inversión extranjera directa e
indirecta.
El mayor número de turistas que visitaron Israel en 2013 provino de los
Estados Unidos, con los estadounidenses representando el 18 por ciento del
número total de turistas. Los ingresos por turismo en 2013 fueron por la suma
de $ 3,3 mil millones.
Dos semanas antes del último asalto contra Gaza, los pronósticos israelíes
predijeron que el número de turistas que visitarían Israel entre junio y septiembre
de este año se aproximaría a 800,000. Sin embargo, teniendo en cuenta la
guerra, donde la resistencia fue capaz de lanzar ataques con cohetes en varias
partes de la entidad sionista, el número se redujo a 280.000, o por dos
tercios. Si extrapolamos esta cifra para todo el año, la pérdida en ingresos
sería casi equivalente a $ 2 mil millones.
No hay necesidad de enumerar aquí los efectos de la guerra y la persistencia
de la Resistencia sobre la economía de Israel. El punto aquí es la guerra
estratégica. Consideremos lo que Uzi Landau, el ministro israelí de Turismo,
dijo el 2 de agosto. Landau sostuvo que la lección de Gaza no es más que una
muestra de lo que sucedería en el caso de una guerra con Hezbolá. Por otra
parte, la última guerra destruye las esperanzas de Israel con respecto a
convertir a Israel en el Silicon Valley de la región, debido a que la guerra terminará
impidiendo la oferta para la normalización oficial árabe.
En conclusión, la Resistencia en Palestina puede secar los canales de los
ingresos rentistas que fluyen hacia Israel. Mientras tanto, la bendición de los
regímenes árabes y la participación en el asalto a Gaza, de una manera aún más
amplia de lo que hicieron durante la guerra contra Hezbolá, sólo puede conducir
a una conciencia popular diferente que se propondrá acabar con la normalización
y la interiorización de la derrota. De hecho, a pesar de toda la muerte, la
memoria popular acumulará una respuesta que, sin duda, será explosiva.
Adel Samara es un escritor e investigador palestino
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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