domingo, 16 de noviembre de 2014

La producción de opio en Afganistán alcanza su nivel más alto

Los lectores que siguen los acontecimientos en Afganistán recordarán que el Talibán había erradicado prácticamente la producción de amapola antes de que Bush y Cheney lanzaran su guerra en el 2001. El Pentágono revirtió ese logro mediante la instalación de los mismos señores de la guerra sedientos de sangre que habían estado en el poder antes que los talibanes.


LA PRODUCCIÓN DE OPIO EN AFGANISTÁN
ALCANZA SU NIVEL MÁS ALTO


Por Mike Whitney

No es casualidad

El 2014 fue un año excepcional para el auge de la industria del opio de Afganistán. De acuerdo con una encuesta anual de las Naciones Unidas publicado el miércoles, el cultivo de opio estableció un récord en 2014, aumentando en un impresionante 7 por ciento de año a año y hasta casi el 50 por ciento a partir del 2012. Afganistán actualmente produce el 80 por ciento de la heroína del mundo que proporciona miles de millones de dólares en ganancias ilícitas a la poderosa mafia de la droga. El tráfico de heroína y la producción han florecido bajo la ocupación militar y transformado a Afganistán en una narco-colonia disfuncional.

Los lectores que siguen los acontecimientos en Afganistán recordarán que el Talibán había erradicado prácticamente la producción de amapola antes de que Bush y Cheney lanzaran su guerra en el 2001. El Pentágono revirtió ese logro mediante la instalación de los mismos señores de la guerra sedientos de sangre que habían estado en el poder antes que los talibanes. Naturalmente, esta colección de psicópatas -que los medios de comunicación occidentales aclamaron como la "Alianza del Norte"- retomaron el negocio donde lo habían dejado y reanudaron sus operaciones de drogas aumentando su propia riqueza y poder en muchos órdenes de magnitud, mientras que satisfacían la insaciable demanda  de heroína en las capitales de toda Europa y en EE.UU.

En un artículo publicado el jueves por el New York Times, Rod Nordland sugiere que el reciente aumento en la producción puede ser imputado a las elecciones presidenciales afganas. Esto es lo que dice:

“El periodo de ocho meses de la elecciones presidenciales y provinciales... afectaron la producción de opio no sólo por el aumento de la demanda de dinero para la campaña por parte de los políticos, sino también, por el desvío de los recursos policiales y militares hacia las elecciones y lejos de la erradicación del opio.

La erradicación de cultivos de opio disminuyó en un 63 por ciento desde 2013 hasta 2014, indica el informe. Estos cambios se observaron en casi todas las provincias en las que había esfuerzos de erradicación en curso...

Andrey Avetisyan, ex embajador de Rusia en Afganistán y ahora el jefe de la agencia de drogas de las Naciones Unidas aquí, dijo que los funcionarios de las Naciones Unidas se habían reunido hacía poco con el recién elegido presidente, Ashraf Ghani y se sintieron estimulados por su preocupación. El comprendió muy bien que el tráfico de drogas sofoca el normal desarrollo económico”, dijo el Sr. Avetisyan. “Estamos muy optimistas”. (Afghan Opium Cultivation Rises to Record Levels, New York Times)

Piense acerca de eso por un minuto. Nordland admite que la producción aumentó debido al “aumento de la demanda de dinero para la campaña por parte de los políticos”, pero luego él cambia radicalmente de postura y dice que esos mismos políticos (como el nuevo presidente de Ashraf Ghani) apoyan la erradicación del opio. ¿Tiene eso sentido para usted, querido lector? ¿Está Nordland tratando de decir que los políticos afganos sólo admiten la erradicación cuando ellos no necesitan dinero, pero dan un rápido giro de 180 grados cuando lo necesitan?

Vale la pena señalar que el nuevo hombre de Washington en Kabul, el presidente Ashraf Ghani Ahmadzai, recibió una Maestría de la Universidad de Columbia, enseñó en la Universidad de Johns Hopkins de 1983 a 1991, y se unió al Banco Mundial en 1991. En otras palabras, él tiene el pedigrí perfecto para un aspirante a marioneta que hará lo que Washington le diga  que haga.

También vale la pena mencionar que Ghani firmó un controversial acuerdo de seguridad que le permitirá a las tropas de Estados Unidos permanecer en Afganistán después de que la ocupación termine formalmente. (Los soldados estadounidenses también podrán disfrutar de total inmunidad) Karzai se negó a ceder sobre ese asunto, lo que le convirtió en persona non grata en la Casa Blanca, pero con muchas ganas de complacer, Ashraf firmó el documento el día después de que asumió el cargo. Esta es la primicia del Washington Post:

“Los Estados Unidos y Afganistán firmaron el martes un esperado acuerdo de seguridad de vital importancia, que permitirá que cerca de 10,000 tropas estadounidenses permanezcan en Afganistán más allá de la retirada definitiva este año de las fuerzas estadounidenses e internacionales de combate.
El Acuerdo Bilateral de Seguridad (BSA en inglés), y un pacto firmado por separado con la OTAN, permiten el continuo entrenamiento y asesoramiento de las fuerzas de seguridad afganas, así como las operaciones antiterroristas contra los remanentes de al-Qaeda. La firma de los documentos se realiza en momentos en que los insurgentes talibanes están incrementando sus ataques en un esfuerzo por recuperar el control a la espera de la salida de las tropas de combate.

El acuerdo se firmó un día después de que Ashraf Ghani fue juramentado como el nuevo presidente de Afganistán que tendrá un gobierno de poder compartido, marcando el primer traspaso democrático del poder en la historia de la nación. El predecesor de Ghani, Hamid Karzai, quien había presidido el país desde poco después de que el Talibán fue expulsado del poder en 2001, se había negado a firmar el acuerdo, complicando las relaciones con Washington”. (U.S. and Afghanistan sign vital, long-delayed security pact, Washington Post)

Usted puede apreciar por qué ellos aman a Ghani en Washington. Claramente el hombre está preparado  para a hacer lo imposible para complacer a sus manejadores en el 1600 de Pennsylvania Ave.

No hay ninguna razón para pensar que Ghani va a ser más severo con los cultivadores de amapola o traficantes de drogas que Karzai. Todo esto es una broma. Además, Ghani no tiene los recursos para emprender ese tipo de guerra. Él no puede desplegar unidades de combate para quemar los campos de cultivo, o perseguir y capturar a los capos, o congelar los activos en cuentas bancarias sospechosas. Sólo los EE.UU tienen ese tipo de poder, y ellos no están interesados.

De acuerdo con el informe de la Oficina del Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán:

“El  récord reciente en el incremento del nivel de cultivo de amapola pone en duda la eficacia a largo plazo y la sostenibilidad de los esfuerzos anteriores.... Dada la gravedad del problema del opio y de su potencial de socavar los objetivos de Estados Unidos en Afganistán, le sugiero fuertemente que sus departamentos consideren las tendencias en el cultivo del opio y la efectividad de los pasados esfuerzos antinarcóticos en la planificación de futuras iniciativas”. (CNN)

¿“Los esfuerzos antinarcóticos”? ¿Qué esfuerzos antinarcóticos? En 14 años los EE.UU. no han movido un dedo para luchar contra el tráfico de drogas en el planeta.
Muéstrenme un titular en la última década, donde agentes estadounidenses hayan incluso atrapado a un solo narcotraficante de renombre en Afganistán? Los chicos de las relaciones públicas de Washington ni siquiera se molestan fingiéndolo con fotos de kilos capturados de heroína apilados de una milla de altura, o individuos que parecen pandilleros con los ojos vendados y esposados haciendo el paseíto para los medios de comunicación. Ellos no lo fingen, porque no les importa lo que piense el público. De hecho, incluso pasaron por alto el informe de la ONU. El Departamento de Estado emitió un comunicado insulso diciendo que estaban “decepcionados”, mientras que un portavoz del Pentágono, Michael Lumpkin, opinó: “En nuestra opinión, el fracaso para reducir el cultivo de amapola y aumentar la erradicación se debe a la falta de apoyo del gobierno afgano para el esfuerzo”.

¿Entienden eso? En otras palabras, la culpa es de Karzai. ¿Qué tal eso por responsabilidad?

Entonces, ¿qué es lo que está pasando aquí? ¿Están los EE.UU realmente permitiendo el florecimiento de una industria ilegal de miles de millones de dólares justo por debajo de sus narices (sin ningún tipo de participación) o hay una parte de esta historia que está siendo obviada por los titulares? Por supuesto, eso nos lleva a una zona de especulación que los medios de comunicación consideran tabú, la posibilidad de que las agencias de inteligencia de Estados Unidos estén de alguna manera implicadas. Como lo señaló hace algunos años el periodista y escritor Alexander Cockburn:

“Hay ciertas cosas que usted no está supuesto a decir en público en Estados Unidos. ... Una de las primeras es no decir... que la complicidad de la CIA con las bandas criminales de narcotraficantes se extiende desde el Afganistán de hoy hasta el año 1947, en que la Agencia fue fundada”. (Why They Hated Gary Webb, Alexander Cockburn, CounterPunch)

¿Eso es todo? ¿Es por eso que Afganistán se ha convertido en el mayor productor de heroína del mundo, debido a que la CIA está involucrada de alguna manera?

Parece bastante probable, aunque sospecho que tiene menos que ver con la codicia que con la política. Después de todo, la producción y el tráfico de narcóticos ayuda a los EE.UU a lograr sus objetivos estratégicos en Afganistán, es decir, sirve para pacificar al público, para mantener la lealtad de los señores de la guerra, y para abrir el país a la extracción de recursos y bases militares. Mientras los señores de la guerra obtienen su coima, los EE.UU están en condiciones de mantener un cierto control sobre la zona de influencia más allá de Kabul, que es una gran parte de la estrategia. Ahora denle un vistazo a este párrafo de un artículo de Alexander Mercouris titulado “The Empire of Chaos and the War on Drugs”, que ofrece una breve historia de la participación de la CIA en el tráfico de drogas:
“... durante la guerra francesa en Indochina, la SDECE (servicio secreto francés)... se dirigió a la French Connection para organizar el tráfico de heroína, en parte, con el fin de financiar sus propias operaciones contra los comunistas vietnamitas. Después de la retirada de los franceses, la CIA se hizo cargo de esta operación, con las amapolas del opio cultivadas y procesadas en el área ahora conocida como el Triángulo de Oro de la CIA, respaldados por barones chinos de la droga asociadas con el movimiento anticomunista del Kuomintang que había gobernado China antes la toma de posesión comunista en 1949. El grado de colaboración entre los EE.UU y los traficantes de drogas era tan grande que en la década de 1960, la CIA estaba en realidad organizando vuelos para enviar heroína del sudeste de Asia a los EE.UU.

La magnitud de la colusión de la CIA y la SDECE con la French Connection y con los barones chinos de la droga  del sudeste asiático fue expuesta en 1972 por el historiador estadounidense Alfred W. McCoy en un libro seminal, The Politics of Heroin: CIA involvement in the Global Drug Trade (first edition 1973 and third edition 2003)…

El centro de cultivo del opio luego se trasladó a Afganistán, donde se reproduciría el mismo patrón. Los principales cultivadores y traficantes de opio y la heroína eran una variada colección de delincuentes y mafiosos que constituían una gran parte de la llamada Muyahidín, la insurgencia yihadista islámica que la CIA estaba apoyando en la década de 1980 debido a que estaban combatiendo a los soviéticos. Estos criminales, de los cuales el más notorio es el señor de la guerra y narcotraficante afgano Gulbuddin Hekmatyar, utilizaron la guerra soviética en Afganistán como una cubierta y protección para sus actividades criminales. Más tarde, muchas de estas mismas personas formaron el núcleo de la llamada Alianza del Norte, que, junto con los EE.UU, derrocó a los talibanes en 2001 y formó el gobierno que ha gobernado Afganistán desde entonces. Los talibanes habían intentado erradicar el cultivo de opio y el tráfico de heroína. Después de su derrocamiento, ambos se reanudaron con una impetuosidad...

Muchas personas están vagamente conscientes de que la producción de cocaína y el tráfico despegaron en Colombia en las décadas de 1970 y 1980, en un momento en que el pro estadounidense derechista gobierno colombiano estaba librando una guerra de contrainsurgencia contra un movimiento guerrillero de izquierda conocido como las FARC, y que esta guerra continúa hasta nuestros días...

Lo que aún menos personas saben es que, repitiendo el patrón de lo que sucedió en el sudeste asiático en la década de 1960 y en Afganistán en la década de 1980, lo que hizo que el tráfico de cocaína explotara en América Latina fue la participación de la CIA en el mismo. En la década de 1980 la CIA formó una alianza con los señores de la droga colombianos para apoyar a los Contras, la insurgencia derechista que la CIA apoyó para derrocar al gobierno sandinista de izquierda en Nicaragua. Con el estímulo de la CIA, los propios contras se involucraron en el tráfico de cocaína, al igual que los diversos grupos paramilitares de derecha que la CIA estaba apoyando simultáneamente en El Salvador durante la guerra civil en ese país. El corredor clave para el tránsito de estas drogas colombianas fue México, donde la persona que controlaba el tráfico de cocaína era Miguel Gallardo, un gánster que ahora se admite haber sido un agente de la CIA. Gallardo es el padrino reconocido de todos los diferentes y sanguinarios cárteles de la droga mexicanos que han proliferado en México desde entonces, que han reducido partes del país a un estado de guerra virtual...

La admisión de la CIA de su papel en la creación del comercio moderno de cocaína es poco conocido y apenas admitido en los EE.UU. Una mirada a la situación actual del comercio de heroína explica con  brutal claridad que nada ha cambiado y que no se ha aprendido la lección”. (The Empire of Chaos and the War on Drugs, Alexander Mercouris, Sputnik)

¿Ven el patrón aquí? Esto no es acerca de las ganancias. Se trata de aplastar los movimientos de trabajadores, organizaciones de izquierda, y cualquier grupo de base emergente que amenace el sistema plutocrático de distribución de la riqueza. Para lograr ese fin, Washington no dudará en meterse en la cama con los yihadistas y los neonazis, al igual que lo haría con narcotraficantes y capos del narco.  A decir verdad, lo han hecho!

El punto es que la excelente cosecha de Afganistán no es un accidente. Es una forma de control social que encaja con los más amplios objetivos estratégicos de Washington de mantener una presencia militar permanente en Asia Central y poner el país a disposición para la extracción de recursos. La proliferación de las drogas ayuda a mantener la “gente pequeña” a raya para que los adultos pueden seguir adelante con el negocio del saqueo.







Publicado por LaQnadlSol
USA.

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