Antes de que se erigiera el
muro en 1961, miles de alemanes orientales viajaban al Oeste diariamente para
poder trabajar y luego al atardecer regresaban al Este; muchos otros hacían
viajes de ida y vuelta para ir de compras o por otras razones. Así que
claramente no estaban siendo retenidos en el este en contra de su voluntad.
¿Por qué entonces se construyó el muro?
EL MURO DE BERLÍN: OTRO MITO
DE LA
GUERRA FRÍA
Por William Blum
Una respuesta al sabotaje económico
El 9 de noviembre se cumplirá el 25 aniversario del derribo del Muro de
Berlín. La fanfarria extravagante comenzó hace meses en Berlín. En los Estados
Unidos podemos esperar que todos los clichés de la Guerra Fría a cerca del
Mundo Libre contra la Tiranía Comunista sean sacados a relucir y el simple
relato de cómo la pared llegó a existir será repetido: En 1961, los comunistas
de Berlín Oriental construyeron un muro para impedir que sus ciudadanos
oprimidos escaparan a Berlín Occidental y a la libertad. ¿Por qué? Debido a que
a los comunistas no les gusta que la gente sea libre, para que se enteren de la
“verdad”. ¿Qué otra razón podría haber?
En primer lugar, antes de que se erigiera el muro en 1961, miles de alemanes
orientales viajaban al Oeste diariamente para poder trabajar y luego al
atardecer regresaban al Este; muchos otros hacían viajes de ida y vuelta para
ir de compras o por otras razones. Así que claramente no estaban siendo retenidos
en el este en contra de su voluntad. ¿Por qué entonces se construyó el muro?
Hubo dos razones principales:
1) Desde el occidente se estaba acosando al este con una vigorosa campaña
de reclutamiento de profesionales y
trabajadores calificados de Alemania Oriental, que habían sido educados a
expensas del gobierno comunista. Esto llevó a una grave crisis de mano de obra
y de producción en el este. Como una muestra de ello, el New York Times informó
en 1963: “Berlín Occidental sufrió económicamente a causa del muro por la
pérdida de unos 60,000 obreros calificados que habían conmutado todos los días
de sus hogares en el este de Berlín a sus lugares de trabajo en Berlín occidental”.
Cabe señalar que en 1999, USA Today informó: “Cuando el Muro de Berlín se
derrumbó [1989], los alemanes del este se imaginaron una vida de libertad, donde
los bienes de consumo serian abundantes y las dificultades desaparecerían. Diez
años más tarde, un notable 51% dice que eran más felices con el comunismo”. Encuestas
anteriores probablemente habrían mostrado incluso más del 51% que expresaban
ese sentimiento, porque en los diez años que habían transcurrido, muchos de los
que recordaban la vida en Alemania Oriental con un poco de aprecio habían
dejado de existir; aun si 10 años más
tarde, en el 2009, el Washington Post llegara a informar: “Los occidentales [en
Berlín] dicen que están hartos con la tendencia de sus contrapartes orientales
a volverse nostálgicos sobre la época comunista”.
Fue en el período post-unificación que un nuevo proverbio ruso y europeo
oriental nació: “Todo lo que los comunistas dijeron sobre el comunismo era
mentira, pero todo lo que dijeron sobre el capitalismo resultó ser verdad”.
Debe además señalarse, que la división de Alemania en dos Estados en 1949 -preparando
el escenario para 40 años de hostilidad de guerra fría- fue una decisión
estadounidense, no soviética.
2) Durante los años 1950, los estadounidenses partidarios de la guerra fría
en Alemania Occidental instituyeron una cruda campaña de sabotaje y subversión
contra Alemania del Este, diseñada para arruinar la maquinaria económica y
administrativa de ese país. La CIA y los otros servicios de inteligencia y
militares de Estados Unidos reclutaron, equiparon, entrenaron y financiaron a
individuos y grupos de activistas alemanes, de occidente y oriente, para llevar
a cabo acciones que iban desde la delincuencia juvenil al terrorismo; cualquier
cosa para hacer la vida más difícil para el pueblo de Alemania Oriental y
debilitar su apoyo al gobierno; cualquier cosa para hacer ver mal a los
comunistas.
Fue una empresa notable. Los Estados Unidos y sus agentes utilizaron explosivos,
incendios, cortocircuitos y otros métodos para dañar centrales eléctricas,
astilleros, canales, muelles, edificios públicos, gasolineras, transporte
público, puentes, etc.; descarrilaron trenes de carga, hiriendo gravemente a
los trabajadores; quemaron 12 vagones de un tren de carga y destruyeron las mangueras
de presión de aire de los demás; utilizaron ácidos para dañar maquinaria vital de
las fábricas; pusieron arena en la turbina de una fábrica, llevándola a un
punto muerto; prendieron fuego a una fábrica productora de baldosas;
promovieron la desaceleración del trabajo en las fábricas; mataron 7,000 vacas
de una cooperativa lechera a través del envenenamiento; le añadieron jabón a la
leche en polvo con destino a las escuelas de Alemania del Este; cuando fueron
arrestados estaban en posesión de una gran cantidad del veneno cantaridina con
el que se planeó producir cigarrillos envenenados para matar a líderes alemanes
del este; detonaron bombas fétidas para interrumpir reuniones políticas;
intentaron perturbar el Festival Mundial
de la Juventud en Berlín Oriental mediante el envío de invitaciones
fraudulentas, falsas promesas de cama y comida gratis, falsos avisos de
cancelaciones, etc.; llevaron a cabo ataques sobre los participantes con
explosivos, bombas incendiarias, y con equipo para perforar los neumáticos;
forjaron y distribuyeron grandes cantidades de tarjetas de racionamiento de
alimentos para causar confusión, escasez y resentimiento; enviaron
notificaciones fiscales falsificadas y otras directrices y documentos
gubernamentales para fomentar la desorganización e ineficiencia en la industria
y los sindicatos ... todo esto y mucho más.
Los conservadores partidarios de la guerra fría del Centro Internacional
Woodrow Wilson para Académicos de Washington, DC, en una de sus documentos sobre el Proyecto
Internacional de la Historia de la Guerra Fría (#58, p.9), afirman: “La frontera
abierta en Berlín expuso a la RDA [República Democrática Alemana] al espionaje
masivo y la subversión y, como muestran los apéndices de los dos documentos, su
cierre le dio al estado comunista mayor seguridad”.
A lo largo de los 1950, los alemanes del este y la Unión Soviética repetidamente
interpusieron quejas ante los antiguos aliados soviéticos en Occidente y en las
Naciones Unidas sobre las actividades específicas de sabotaje y espionaje y
pidieron el cierre de las oficinas en Alemania Occidental que afirmaban eran responsables,
y de quienes proporcionaron los nombres y direcciones. Sus quejas cayeron en
saco roto. Inevitablemente, los alemanes orientales comenzaron a endurecer la
entrada al país desde el oeste, lo que llevaría
finalmente al levantamiento del infame muro. Sin embargo, incluso después de
que el muro fue construido siguió existiendo una habitual, aunque de forma
limitada, emigración legal del este al oeste. En 1984, por ejemplo, Alemania
del Este permitió la salida de 40,000 personas. En 1985, los periódicos de
Alemania Oriental afirmaron que más de 20,000 antiguos ciudadanos que se habían
asentado en Occidente querían regresar a casa después de desilusionarse con el
sistema capitalista. El gobierno de Alemania Occidental, dijo que 14,300
alemanes orientales habían regresado durante los 10 años anteriores.
No olvidemos también que mientras Alemania Oriental se desnazificó por
completo, en Alemania Occidental durante más de una década después de la
guerra, los más altos cargos del gobierno en el poder ejecutivo, legislativo y
las ramas judiciales contenían numerosos ex y “ex” nazis.
Por último, hay que recordar, que Europa del Este se convirtió en comunista
debido a que Hitler, con la aprobación de occidente, la utilizó como una
autopista para llegar a la Unión Soviética y acabar con el bolchevismo para
siempre, y que los rusos en la Primera Guerra Mundial y en la Segunda perdieron
unos 40 millones de personas porque occidente había usado esta autopista para
invadir Rusia. No debería sorprender que después de la Segunda Guerra Mundial,
la Unión Soviética estuviera decidida a cerrarla.
William Blum es el autor de Killing Hope: U.S. Military and
CIA Interventions Since World War II, Rogue State: a guide to the World’s Only
Super Power. Su libro más reciente es: America’s Deadliest Export: Democracy.
Publicado por LaQnadlSol
USA.
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