La presencia de militares
dirigiendo las instituciones de Seguridad, pero Gobernación en particular, es
considerada como un verdadero retroceso para el país.
LAS NUEVAS AUTORIDADES DE
SEGURIDAD DEL ESTADO
Por Arnoldo Villagrán*
El presidente electo, Alejandro Giammattei, confirmó a los medios de
comunicación que militares retirados integran su Gabinete de Seguridad. Según
fuentes, analistas de seguridad y tomando en cuenta la historia inmediata de
Guatemala, identificaron a estos oficiales como la “línea dura” de militares y
oficiales de inteligencia” que tuvo el Ejército durante el conflicto armado
interno, que se caracterizó por la vigilancia y la ubicación de enemigos del
Estado, de grupos subversivos” y que ahora que estarán con el presidente
electo.
Las fuentes señalaron que estos militares tienen mucha relación con “La
Cofradía”, nombre con el que era conocido en el Ejército, un grupo de
inteligencia que había infiltrado todo tipo de instituciones para combatir a
las fuerzas insurgentes.
El regreso de estos militares al ámbito político causa preocupación por la
visión de “Enemigo Interno” con la que identifican a la población, sobre todo
la que no comparte las ideas militaristas y las prácticas contrainsurgentes de
estos personajes.
Se debe tomar en cuenta que el Proyecto Contrainsurgente, aún está
legalmente vigente en la Constitución Política de la República de Guatemala y
en las funciones de Seguridad Interna que se le asignan a la institución
armada. Causa preocupación por la posible represión y criminalización de las
Demandas Sociales que se manifiesten ante el Ejecutivo por diferentes sectores
y sus instituciones representativas.
Preocupa que pueda existir un retroceso a esquemas de seguridad nacional
como ocurrió en el conflicto armado interno, sobre todo porque estos militares
aún conservan y practican el Modelo de Seguridad y Políticas Contrainsurgentes,
contenidas en la Estrategia impuesta por Estados Unidos en América Latina; la
Doctrina de la Seguridad Nacional. Grupos de derechos humanos e integrante de
la sociedad civil criticaron con fuerza la decisión de Giammattei de
militarizar la seguridad pública.
Existe temor de se puede producir una escalada de militarización de las
instituciones de seguridad del Estado, como ocurrió desde el Gobierno de Otto
Pérez Molina y el de Jimmy Morales. El Sistema Nacional de Seguridad, que fue
creado para coordinar las acciones de las instituciones de seguridad del
Estado, fue desnaturalizado en sus funciones, misiones y estructura, para de
nuevo colocar al Ejército a dirigir no solo el Sistema sino el propio Consejo y
la Seguridad Interior. Se subordinó a la Policía Nacional Civil y las
inteligencias a las directrices castrenses.
Se contravienen los Acuerdos de Paz sobre todo el que indicaba el
Fortalecimiento de Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad
Democrática. Giammattei justifica que los A. de P. ya no tienen vigencia porque
no fueron cumplidos.
La inteligencia estuvo al servicio de estructuras económicas y políticas,
durante el Conflicto Armado Interno y los analistas han señalado que todas
estas estructuras no se han desvinculado de estos sectores y siguen integrados
a los grupos de poder. También los analistas consideran que “con los
nombramientos de ex militares, el presidente electo demuestra su inclinación
por los castrenses”.
Se considera una alta peligrosidad de que esto sea un proceso de
continuidad en cuanto a conexiones que haya con los militares y las autoridades
actuales. Edgar Godoy futuro Ministro de Gobernación, fue contratista del
alcalde Álvaro Arzú. Hay que ver también que el futuro secretario de
comunicación también viene del grupo de Arzú.
Los analistas consideran evidente que los militares retirados propondrían
el fortalecimiento de la institución armada, del incremento de recursos para el
Ministerio de la Defensa y no para la seguridad ciudadana.
Estos militares que conducirán la seguridad del Estado, han integrado las
cúpulas militares, quienes han trabajado con varios gobiernos. Los comentarios
no son mejores. Para algunos analistas políticos, la decisión de Giammattei
obedece a la cooptación que de su gobierno han realizado desde ya los
castrenses, a una política de pago de favores de campaña. “Seguro está pagando
facturas de campaña”, se señala sobre los personajes que pretende llevar el
presidente electo, dice un analista.
La presencia de militares dirigiendo las instituciones de Seguridad, pero
Gobernación en particular, es considerada como un verdadero retroceso para el
país. Los analistas consideran que un país, para avanzar, debe tener civiles en
una entidad como Gobernación, pero con Giammattei estaría regresando en el
tiempo y esto es muy preocupante. Él pudo haber hecho designaciones a tono con
la actualidad, no volver al pasado.
La conformación del Gabinete de Seguridad de Alejandro Giammattei, es un
indicador de que los círculos militares se encuentran unidos por fidelidad profesional,
o también llamada Unidad de Cuerpo. Esta trasciende más allá del tiempo y las
circunstancias políticas, dentro de las cuales se busca el apoyo permanente de
sus compañeros de promoción, sin mencionar las rivalidades entre generaciones.
Esta surge a lo largo de una carrera en la que la competencia y la lealtad
entre compañeros de promoción se entremezclan y se complementan según las
oportunidades que les ofrece la coyuntura política.
Existe una explicación en la tendencia militarista de Alejandro Giammattei.
Integró el primer Comité Ejecutivo Nacional, CEN, del Partido Patriota, PP, que
llevó a la presidencia del General Otto Pérez Molina.
Allí se congregaron el ex secretario de un político retornado del exilio en
la década de 1980; el sobreviviente de un ataque mortal contra un líder
político en 1994; un economista, consultor de Naciones Unidas y funcionario de
carrera; la ex secretaria de comunicación del presidente autogolpista; un
médico-político capitalino; un empresario de aparentemente poca monta; y el
controversial general que de alguna manera se había cruzado en sus vidas y
carreras políticas durante las dos décadas pasadas.
Se trata de Carlos Valentín Gramajo Maldonado, Mario Arturo López
Arrivillaga, Pavel Vinicio Centeno López, Ingrid Roxana Baldetti Elías,
Alejandro Giammattei Falla, Christian Michael Ross Acevedo y el propio Otto
Pérez Molina. El militar se rodeó de civiles.
Pero “es más fácil militarizar un civil, que civilizar un militar".
Esas palabras de Luis Cardoza y Aragón muestran sagacidad y mantienen su filo
irremediable. El presente lo confirma. (Tomado de La historia del capo de un
cartel político-militar. Harald Waxenecker. 21 de Septiembre de 2015)
* Politicólogo.
Publicado por La Cuna del Sol
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