Ante un panorama casi idéntico social, económica y políticamente, porque demócratas y republicanos son la misma basura, el resultado será favorable para Biden porque Donald Trump no exhibe resultados positivos en nada y no porque Biden sea una figura más atractiva que Trump.
LA SIMPLICIDAD DEL
PENSAMIENTO
POLÍTICO ELECTORAL EN
LOS ESTADOS UNIDOS
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
Contra toda sofisticación intelectual que
presuma de profunda revelación, siempre se ha impuesto y se impondrá el sentido
común. La complejidad del pensamiento humano lleva implícita también la
simplificación, lo que no quiere decir que esté exento este ejercicio del
esfuerzo reflexivo. Pero en ocasiones ese esfuerzo reflexivo resulta en exceso
arduo porque se corren dos, tres o cuatro caminos paralelos, que desembocan en
un punto de fuga que se llama la
sencillez. Así es el marxismo. El más profundo análisis de las leyes
económicas de la sociedad que por su verdad resulta, al final, sencillo. Digo
esto porque hoy que se acercan las elecciones de los Estados Unidos, más o
menos en cinco semanas. Abundan los grandes agoreros sobre el resultado de las
elecciones, si Biden o Trump.
Los dos candidatos son anodinos. Uno menos
descerebrado que el otro. Los dos con equipo de propaganda, de comunicación
amplios, con la diferencia de que unos son más efectivos en los mensajes
difundidos (aunque sean mensajes estúpidos) y otro no. En Estados Unidos se da
que el más bruto de los candidatos, Trump, es el que más se sabe hacer notar,
lo cual no quiere decir que ser el más
famoso es el que tiene más
prestigio. Y como el pueblo de los Estados Unidos, sus sectores populares,
están muy desinformados políticamente, pueden creer cualquier cosa en el lapso
de una semana.
Pero hay algo que funciona mal para Donald
Trump en su propaganda, como lo es su desprecio a las minorías. Eso no lo podrá
revertir, es definitivo y decisorio. Necesitaría más tiempo, no las cinco
semanas de manipulación que quedan del momento electoral, para que la mentira
repetidas mil veces se transforme en verdad. Ya no le queda tiempo para permear
las mentes vulnerables. Hay una coyuntura totalmente desfavorable para él como
lo es la pandemia y su mala gestión, no por falta de dinero, sino por falta de
voluntad y desprecio a las minorías más afectadas como los negros, los latinos
y los blancos pobres.
La pandemia también hizo entrar la economía en
una fase recesiva y mientras más aumente la locura, la paranoia de la inseguridad internacional que promueven
los personeros del actual gobierno, el gasto militar no padece agosto. Se gasta
sin empacho en lo improductivo, como todo gasto militar. Y eso, más que
estadística, lo sienten los pobres y sectores medios de la sociedad
estadounidense en sus bolsillos, en la diminución de su calidad de vida y el
consumo, que tanto importa en el gran país del norte. A los pobres no nos
importa los grandes resultados macroeconómicos si nos damos cuenta que ahora
cuesta más tener la despensa de alimentos con lo necesario. La causa y motivo de la felicidad en
esa sociedad es el comprar, el adquirir, el ser; en tanto pueda consumir. De lo
contrario cunde el pesimismo y hasta la fatalidad. Esa es la desventaja de
Trump, pero tampoco es la ventaja de Biden, porque ambos no están en
condiciones de ofrecer una vida mejor a los norteamericanos, pasando por alto a
las minorías bien posicionadas socialmente a quien les importa que las
favorezcan con la evasión fiscal. Pero estos ricos o capas medias altas no son
muchos y no son los que deciden una elección, en los Estados Unidos y en
cualquier parte del mundo donde se practiquen las democracias burguesas y su ya desacreditado sistema electoral.
Y ante un panorama casi idéntico social,
económica y políticamente, porque demócratas y republicanos son la misma
basura, el resultado será favorable para Biden porque Donald Trump no exhibe
resultados positivos en nada y no porque Biden sea una figura más atractiva que
Trump. Trump perderá por el voto de castigo de un amplio espectro social
deprimido y porque, quiérase o no, con Biden, aletea ligeramente la mariposa de
la esperanza, de una vida tal vez no mejor, pero al menos no tan cruel, no tan
brutal, no tan retardataria; como ocurre con el actual inquilino de la Casa
Blanca. No hay conspiradores (los rusos) de por medio. Todo cuanto ocurre y
ocurrirá es hecho con la propia mano de los políticos de los Estados Unidos.
¿Qué dicen los rusos para influir en el pensamiento electoral de los
estadounidenses? Pues nada. Y aquí ocurre algo de gran sentido común,
ligeramente chocante, pero inmenso de verdad para los estadounidenses: “Cuando la partera es mala, al culo le
echan la culpa”.
Publicado por La Cuna del Sol
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