Mucha tinta ha corrido hablando del ejercicio de este derecho, que es obvio, no es un Derecho Absoluto. Tiene sus limitaciones dentro del orden y la soberanía de los Estados y gobiernos.
NINGUNA CREENCIA, NI
NINGÚN HOMBRE,
POR GRANDE O PODEROSO
QUE SEA,
PUEDE LIMITAR LA
LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Por Luciano Castro Barillas
Escritor y analista político
La Cuna del Sol
El islamismo es una religión de paz, como todas
las religiones bien practicadas. Los fundamentalistas, esa especie de personas
sin discernimiento, como los inquisidores europeos, son los que echan a perder
la buena relación entre los hombres con la terrible y criminal intolerancia
contra las ideas discrepantes. La libertad de expresión está consagrada desde
1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuando declara que: (…)
todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión, lo que
incluye no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir
informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras,
por cualquier medio de expresión.
Mucha tinta ha corrido hablando del ejercicio
de este derecho, que es obvio, no es un Derecho Absoluto. Tiene sus
limitaciones dentro del orden y la soberanía de los Estados y gobiernos. Cuando
la prensa se vuelve una entidad subvertora de la institucionalidad democrática,
como que este derecho se agota y se transforma en abuso, de inconsciencia de su
limitación. Vienen estas reflexiones preliminares por lo que actualmente
acontece en Francia entre Macron y su gobierno y los fundamentalistas que no
dan tregua, utilizando esa infame política de herir o matar “no
quién se las debe, sino quien se las pague”. Bonito criterio, según
parece, para estos descerebrados barbones que imitan al profeta no en las
buenas cosas, si no en lo que nunca dijo Mahoma.
Muchos tratadistas y “especialistas” sobre la
libertad de expresión pusieron de moda una reflexión atribuida al filósofo de
la Ilustración Francois-Marie Arouet, Voltaire, en lo relativo a lo que él
supuestamente dijo sobre el derecho de cada hombre a la libertad de expresión: “No
estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a
expresarlo”. Esa frase nunca la dijo Voltaire, aunque se aproximó a esa
idea cuando habló del filósofo suizo apodado Helvecio (de Helvecia,
antiguo nombre de Suiza). Realmente
lo que pasó fue que en 1906 la escritora británica Evelyn Beatrice Hall, al
comentar la obra de Voltaire, donde éste defiende a Helvecio, pese a que no le
agradaba, pues decía que era “un hombre superficial”, no encuentra en ninguno
de los escritos de Voltaire lo dicho por muchos escritores sobre la defensa
explícita de la libertad. Hay alusiones de Voltaire en ese sentido, pero no
como se ha conocido tradicionalmente su opinión sobre la defensa irrestricta
del derecho a la libre expresión. Algún admirador de Voltaire fue, quizá, muy
generoso en sus consideraciones respecto a lo dicho por el filósofo francés de
la Ilustración
Vienen todas estas consideraciones por el lío
que tiene enfrentado al presidente de Francia con los locazos fundamentalistas
islámicos. Francia tiene todo el derecho de hacer prevalecer sus leyes, su
institucionalidad, pues, por sentido común, es un país huésped de migrantes
musulmanes que NO TIENEN DERECHO a hacer lo que les venga en gana. Vaya usted a
cualquier país y no respete sus leyes. ¿Qué pasará? Usted ya sabe la respuesta
a esta pregunta casi retórica. Nadie está contra la migración, pero debiera de
hacerse de la manera debida. Encontrar un lugar, un espacio en tierra ajena, va
precedido de la gratitud. Al margen de las consideraciones de trabajo duro y
explotación. ¿Vaya usted a Arabia Saudita e irrespete sus leyes? Me temo que su
cuello probará el filo de la espada.
En Francia todo empezó con las publicaciones de
la revista satírica, de chistes e irreverencias Charlie Hebdo, el 7 de enero de 2015, la cual publicó unas
caricaturas del profeta, que no eran devastadoras en descalificación. Eran
monos o caricaturas elaboradas para hacer sonreír o reír. Nada más que
eso. Matar a 12 personas y herir a 11
por una puntada de humor es sencillamente estremecedor. ¿De qué locos está
poblado el mundo, y principalmente el mundo islámico en pleno siglo XXI? Es de
las peores intolerancias que se han visto.
El 16 de octubre de 2020, el profesor Samuel Paty
fue decapitado por haber enseñado a sus alumnos caricaturas del profeta Mahoma
en una clase cívica sobre libertad de expresión. No se puede justificar ese
tipo de intolerancia y actos de total brutalidad. La condena debe ser de todos
los que respetamos el derecho a la libertad de opinión y expresión. Ya lo dijo
Macron, entre todos sus desaciertos de gobierno pero, en este caso le asiste la
razón: “Francia no renunciará ni a las caricaturas, ni a los dibujos”. Y hay otras personalidades de la cultura que
han opinado como Noam Chomsky: “Si no creemos en la libertad de expresión
de aquellos que despreciamos, no creemos en ella en absoluto”. Para mí,
muy personalmente, duro contra esta clase de locos musulmanes. No pueden haber
contemplaciones en ese sentido.
Publicado por La Cuna del Sol
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