Durante los primeros siete años de la ocupación estadounidense de Irak, el riesgo de ser asesinado “por error” era extremadamente alto por diversas razones. Los contratistas de Blackwater lo dejaron claro en 2007, en la plaza Nisour, cuando abrieron fuego contra la gente en la calle, matando a 17 civiles e hiriendo a 24.
TRUMP INDULTA A LOS
CONTRATISTAS
DE BLACKWATER: “¿POR QUÉ NOS
ODIAN?”
Por Elijah J. Magnier
ejmagnier.com/
Traducido por: Eli C. Casas
La primera vez que vi a los contratistas de Blackwater en acción fue una
mañana de 2005, en la calle Al-Mansour de la capital del Iraq, Bagdad. En medio
del puente, los contratistas, fuertemente armados, salieron de un vehículo que
se dirigía al norte, bloquearon la circulación apuntando sus ametralladoras en
todas las direcciones—incluida la mía—y movieron lo que parecía ser una persona
VIP, a la que estaban protegiendo. Luego saltaron a otro vehículo con vidrios
tintados que se dirigía al sur, en la dirección opuesta. Por un momento, todos
en la calle se congelaron, debido a la agresividad de los contratistas y a su
comportamiento amenazador, pues esperaban ver las balas volando alrededor. El
miedo los paralizó hasta el punto en que un conductor se agachó y olvidó pisar
el freno, provocando que su coche chocara con el de delante.
La presencia de los contratistas de Blackwater era independiente de la toma
de decisiones y el control iraquí, porque estaban directamente vinculados al
gobierno de los Estados Unidos, que dirigía Mesopotamia desde 2003.
No era raro ver a un Humvee estadounidense abrir fuego contra un vehículo
civil por una falta en el cumplimiento de las normas de conducta impuestas por
los Estados Unidos, las cuales, en la práctica, eran imposibles de cumplir. Por
ejemplo, el último Humvee de un convoy estadounidense llevaba un panel
solicitando a todos los coches que permanecieran a 100 metros de distancia. Es
casi imposible leer un panel desde 100 metros de distancia, lo que por supuesto
exponía a los civiles iraquíes a una represalia mortal.
Encontrarse con un convoy estadounidense en la autopista de Bagdad (ya
fuera norte o sur) era otra situación difícil. Los convoyes de EE.UU conducen a
una velocidad media constante, incluso en las autopistas. No estaba permitido
adelantar al convoy. Los iraquíes encontraron una solución arriesgada
conduciendo por el lado opuesto de la autopista, exponiéndose a un enorme
riesgo de colisión. El verdadero problema era cuando otro convoy venía en
dirección contraria, desviando por el otro lado de la carretera al primer
convoy. En este momento, todos los conductores se congelaban y ponían sus
brazos en el aire, por miedo a ser disparados.
Durante los primeros siete años de la ocupación estadounidense de Irak, el
riesgo de ser asesinado “por error” era extremadamente alto por diversas
razones. Los contratistas de Blackwater lo dejaron claro en 2007, en la plaza
Nisour, cuando abrieron fuego contra la gente en la calle, matando a 17 civiles
e hiriendo a 24. Nunca hubo ninguna rendición de cuentas por los crímenes,
masacres o torturas de los Estados Unidos en el Iraq.
De hecho, la masacre de Nisour a manos de Blackwater en 2007 ni siquiera
fue el comienzo. En 1996, la embajadora de los Estados Unidos ante las Naciones
Unidas, Madeleine Albright, respondió por la muerte de medio millón de niños
iraquíes, causadas por las sanciones impuestas por los Estados Unidos, alegando
que estas habían “valido la pena”. La invasión de 2003 y la guerra de Irak
dejaron cientos de miles de iraquíes muertos o heridos. En 2004, las imágenes
de la prisión estadounidense en Abu Ghraib (Irak) confirmaron los “abusos
sádicos y criminales” cometidos contra prisioneros iraquíes.
Durante el primer año de la ocupación estadounidense, Paul Bremer, el
virrey estadounidense de Iraq, disolvió el ejército iraquí, dejando a 400.000
hombres en casa sin derechos ni medios económicos para sobrevivir. Muchos de
ellos fueron directamente a los brazos de al-Qaeda en Irak (que metamorfoseó
con el tiempo en el grupo terrorista de “Estado Islámico” ISIS, ISIL o Daesh).
En 2009, los Estados Unidos cerraron el centro de detención Camp Bucca, que se
había convertido en una verdadera “universidad yihadista”. Aquí es donde los
líderes terroristas reclutaron a sus hombres para luchar y aterrorizar a Irak
más tarde, cuando fueron liberados por los americanos. En 2010, un video
clasificado de EE. UU. mostró un ataque de un helicóptero Apache que mató a una
docena de civiles iraquíes, incluyendo a dos miembros del personal de Reuters.
No hubo rendición de cuentas por todas esas bajas, las cuales fueron
causadas innecesariamente por la total falta de conocimiento por parte de la
administración de los Estados Unidos de la cultura iraquí, o incluso por la
falta de un plan adecuado post-ocupación (una ocupación, para más inri,
fundamentada en la incorrecta suposición de que Irak poseía de armas de
destrucción masiva).
¿Por qué se rebelaría Irak contra el indulto que el presidente de los
Estados Unidos, Donald Trump, ha concedido a cuatro contratistas de Blackwater?
Porque los iraquíes creen que sus vidas ya no son prescindibles, y creen que ha
llegado el momento de rendir cuentas. Los iraquíes de hoy están mucho más
enojados y menos dispuestos a someterse al poder dominante de las fuerzas de
EE. UU. En 2001, el expresidente George W. Bush se dirigió a la nación y dijo:
“¿Por qué nos odian?”. Creía que era porque la gente de Oriente Medio odiaba la
“democracia y la libertad” de los Estados Unidos. Sin embargo, esto es precisamente
lo que buscan los iraquíes: rendición de cuentas, justicia, democracia y
libertad. Libertad para vivir en paz y libertad para llevar ante la justicia a
los criminales responsables de las masacres y los crímenes cometidos.
El parlamento iraquí emitió un decreto vinculante que ordena a las fuerzas
de EE. UU. abandonar el país tras el asesinato ilegal del comandante iraquí de
Hashd al-Shaabi, Abu Mahdi al-Muhandes y del general de brigada iraní Qassem
Soleimani. Con esto, Irak dice “basta” al abuso de poder de EE. UU., a la falta
de respeto hacia la soberanía iraquí y la completa falta de rendición de
cuentas por parte de los Estados Unidos. Lo que hizo Donald Trump es
inaceptable para los iraquíes y nunca podrá ser olvidado o borrado de sus memorias.
No se espera que Irak reciba al presidente-electo Joe Biden de manera diferente a su predecesor, y el país está dispuesto a luchar para ver a todas las fuerzas estadounidenses fuera del territorio, a toda costa. Para Irak, el momento de rendir cuentas ha llegado: es hora de que los Estados Unidos pague por sus crímenes.
Publicado por La Cuna del Sol
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