El siguiente artículo es la segunda parte de un
reportaje especial sobre un documento recientemente descubierto el cual revela
que el presidente Reagan y su equipo de seguridad nacional en 1981 aprobaron el
exterminio tanto de las guerrillas izquierdistas como de su “sus mecanismos de
apoyo civil” en Guatemala. El reportaje fue publicado en su totalidad el 21-02-2013
en el website de la revista electrónica Consortiumnews.com por el reportero
investigativo Robert Parry quien en 1980 dio la primicia sobre muchas de las
historias del escándalo Irán-Contras para Prensa Asociada y la revista
Newsweek.
CÓMO REAGAN PROMOVIÓ EL GENOCIDIO
Por Robert Parry
…Las cifras de los muertos eran abrumadoras –unos 70,000 asesinatos
políticos en El Salvador, posiblemente unos 20,000 asesinados por la guerra de
los Contras en Nicaragua, alrededor de 200 “desaparecidos” políticos en
Honduras y unas 100,000 personas eliminadas durante el resurgimiento de la
violencia política en Guatemala. En todos estos asesinatos fue la
racionalización global de la guerra fría el elemento acorde con las políticas
que emanaban en mayor parte de la Casa Blanca de Reagan.
A pesar de sus frecuentes declaraciones al contrario, la evidencia es contundente
en el sentido de que Reagan y sus consejeros tenían un claro entendimiento del
extraordinario grado de brutalidad que
estaba teniendo lugar en Guatemala y en otras partes basados en su propia
documentación interna. Al tiempo que ellos se preparaban para el envió de
equipo militar a Guatemala, los oficiales de la Casa Blanca sabían que los
militares guatemaltecos estaban cometiendo masacres contra la población de
origen Maya y otros enemigos percibidos.
De acuerdo a un cable del Departamento de Estado del 5 de octubre de 1981,
cuando los líderes guatemaltecos se reunieron de nuevo con Walters, ellos no
dejaron duda alguna de sus planes. El cable
decía que el general Lucas “había dejado en claro que su gobierno continuará como
antes –que la represión continuará. El reiteró su creencia de que la
represión estaba dando resultados y que la amenaza de la guerrilla será
exitosamente aniquilada”.
Los grupos de derechos humanos observaron el mismo panorama. La Comisión
Inter Americana de derechos Humanos hizo público un reporte el 15 de octubre de
1981, culpando al gobierno de Guatemala por las “miles de ejecuciones
ilegales”. [Washington Post, oct. 16, 1981]
Pero la administración de Reagan estaba empeñada en encubrir las
atrocidades. Un documento del Departamento de Estado (“White paper”), hecho
público en diciembre de 1981, culpaba de la violencia a los “grupos
extremistas” de izquierda y a sus métodos terroristas motivados y apoyados por
Fidel Castro de Cuba.
Lo que ahora dejan en claro los documentos de la biblioteca de Reagan es
que la administración no estaba simplemente tratando, sin eficacia, de frenar
estas masacres -como lo reportaban los medios de prensa de EEUU- sino que
estaba completamente embarcada en la matanza de personas que formaban parte de
los “mecanismos de apoyo civil” de la guerrilla.
Más masacres
Las agencias de inteligencia de EEUU continuaron recogiendo evidencia de
estas masacres promovidas por el gobierno. Un reporte de la CIA en febrero,
1982, describía una batida del ejército en el llamado Triángulo Ixil en la
provincia central del Quiché.
“Los oficiales que comandaban las unidades involucradas habían sido
instruidos en destruir todos los pueblos y aldeas que estaban cooperando con el
Ejército Guerrillero de los Pobres, Guerrilla Army of the Poor (EGP) y eliminar
todos los focos de resistencia”, esto decía el reporte. “Desde que inició la
operación, varias aldeas han sido quemadas completamente, y un gran número de
guerrilleros y colaboradores han sido muertos”.
El reporte de la CIA explicaba el modus operandi del ejercito: “Cuando una
patrulla del ejército encuentra resistencia y recibe fuego desde una aldea o
pueblo, es asumido que el pueblo entero es hostil y este es subsecuentemente
destruido”. Cuando el ejército encontraba una aldea abandonada, se
asumía que había estado apoyando al EGP, por lo tanto era destruida. Hay
cientos, posiblemente miles de refugiados en los cerros sin hogares a los
cuales retornar. …
“El alto mando del ejército está muy complacido con los resultados
iniciales de la operación de batida, y cree que tendrá éxito en destruir el
área de mayor apoyo del EGP y estará en condiciones de expulsarlos fuera del
Triángulo Ixil. … La bien documentada creencia por parte del ejército de que
toda la población indígena Ixil es pro EGP ha creado una situación en la cual
se puede esperar que el ejército no de cuartel a combatientes y no
combatientes por igual”.
En febrero 2, 1982, Richard Childress, otro de los asesores de seguridad
nacional de Reagan, escribió a “secret” memo , un memorando
secreto a sus colegas resumiendo la
realidad en el terreno:
“Conforme avanzamos en nuestra estrategia hacia América Latina, nosotros
necesitamos muy concienzudamente abordar la singularidad de lo problemas que
Guatemala presenta. Poseedora de uno de los peores records en derechos humanos
en la región, … esto presenta un dilema político para nosotros. El abismal
record en derechos humanos la hace, en su actual forma, inmerecedora, del
apoyo del (USG [U.S government])
gobierno de los Estados Unidos. …
“Asediado por una continua insurgencia por al menos 15 años, el actual
liderazgo está completamente comprometido a un inflexible programa de supresión
sin piedad. Difícilmente se encuentre un soldado que no haya matado a un
‘miembro de la guerrilla’”
El ascenso de Ríos Montt
Sin embargo, Reagan siguió con su compromiso de dotar con equipo militar al
brutal régimen guatemalteco. Por lo que la administración le dio la bienvenida
al derrocamiento del profundamente ensangrentado general Lucas por parte del
general Efraín Ríos Montt en marzo de 1982.
Ríos Montt, un declarado fundamentalista cristiano impresionó a la
oficialidad de Washigton donde la administración de Reagan inmediatamente
aceleró la maquinaria propagandística para publicitar con bombos y platillos el
estatus de “nacido de nuevo” del dictador como prueba de su profundo respeto
por la vida humana. Reagan elogió a Ríos Montt como “un hombre de gran
integridad personal”.
Sin embargo, para julio de 1982, Ríos Montt había empezado la puesta en marcha de su nueva campaña de tierra
arrasada llamada “fusiles y frijoles”. El eslogan significaba que aquellos
indígenas que se sometieran se les darían “frijoles”, mientras que los otros
serian el blanco de los “fusiles” del ejército. En octubre, Ríos Montt
secretamente le dio carta blanca a los temidos “Archivos” para que expandieran las operaciones de los “escuadrones de la
muerte”. Localizados en el palacio presidencial, los “Archivos” planearon
muchos de los más infames asesinatos en Guatemala.
Las informaciones sobre más masacres de indígenas llegaron pronto a la
embajada de EEUU. En octubre 21, 1982, un cable describía como tres oficiales
de la embajada que trataban de verificar los reportes de las masacres tuvieron
que cancelar la inspección a causa del mal tiempo. Sin embargo el cable trató de
hacer lo mejor de la situación. Aunque los oficiales de la embajada no pudieron
verificar los reportes de las masacres, si manifestaron “llegamos a la
conclusión de que el ejército tiene toda la voluntad de permitirnos verificar
los lugares de la supuestas masacres y de hablar con cualquiera que nosotros
deseemos”.
Al día siguiente la embajada divulgó su análisis de que el gobierno de
Guatemala era víctima de una “campaña de desinformación” inspirada por los
comunistas. El análisis fechado octubre 22, 1982, concluía “que una concertada campaña de
desinformación estaba siendo conducida en los Estados Unidos contra el gobierno
de Guatemala por grupos que apoyan a los insurgentes comunistas guatemaltecos”.
El reporte de la administración Reagan insistía en que “organizaciones muy
honestas de derechos humanos y de la iglesia”, incluyendo Amnistía
Internacional, han sido engañados por los comunistas y “puede que no se den
cuenta de que están siendo utilizados. … El objetivo de la campaña es
simple: denegarle al ejército de Guatemala las armas y el equipo que necesita
de EEUU para derrotar a la guerrilla. …
“Si esos que promueven la desinformación pueden convencer al congreso, a
través de los generadores de opinión -la prensa, la iglesia y los grupos de
derechos humanos- que el actual GOG [gobierno de Guatemala] es culpable de
gruesas violaciones a los derechos humanos ellos saben que el congreso rehusará darle
a Guatemala la asistencia militar que necesita. Esos que apoyan a la
insurgencia comunista apuestan a la aplicación o más bien el mal uso, de las
políticas de derechos humanos para dañar al GOG y asistirse ellos mismos”.
Elogiando al dictador
Reagan personalmente tomo parte de esta campaña de R.P. buscando
desacreditar a los investigadores de los derechos humanos y a otros que estaban
reportando con exactitud sobre los crímenes contra los derechos humanos que la
administración sabía, muy bien, eran verdad. En diciembre 4 de 1982,
después de reunirse con Ríos Montt, Reagan elogió al general como alguien
“totalmente dedicado a la democracia” y agregó que el gobierno de Ríos
Montt estaba siendo “calumniado” sobre asuntos de los derechos humanos. Reagan
descontó la enorme cantidad de reportes sobre cientos de aldeas indígenas mayas
que estaban siendo erradicadas.
En enero 6 de 1983, Ríos Montt, fue informado que los Estados Unidos
reanudaría las ventas militares a Guatemala. El dictador expreso su
agradecimiento, de acuerdo a un a cable de la
embajada de EEUU, “diciendo que él había estado convencido que el gobierno de
USG (gobierno de los Estados Unidos) nunca había abandonado a Guatemala. El
comentó que la guerrilla en el país y su maquinaria propagandística en el
extranjero lanzaría ataques concertados
contra ambos gobiernos”.
En enero 7, 1983, Reagan formalmente levantó la prohibición sobre
ayuda militar a Guatemala y autorizó la venta de $6 millones en equipo
militar. El visto bueno abarcaba partes de repuesto para helicópteros UH-1H y
aeronaves A-37 usadas en operaciones de contrainsurgencia. Radios, baterías y
cargadores estaban incluidos en el paquete.
Mientras tanto, el gobierno de EEUU continuaba encubriendo el baño de
sangre en Guatemala. El vocero del Departamento de Estado, John Hughes, dijo
que la violencia política en la ciudades guatemaltecas había “declinado
dramáticamente” y que también habían mejorado las condiciones en el área rural.
Sin embargo, en febrero 1983, un cable secreto de la CIA hacía notar el aumento
de la “violencia que se sospechaba venia de la derecha” con el secuestro de
estudiantes y maestros. Los cuerpos de las víctimas estaban apareciendo en
cunetas y barrancos. Las fuentes de la CIA determinaron que estos asesinatos
políticos se originaban de la orden de Ríos Montt a los “Archivos” en octubre
para “aprehender, detener, interrogar y deshacerse de los sospechosos de ser
guerrilleros como a ellos les pareciera”.
A pesar de estos concretos y horribles hechos, la evaluación anual del
Departamento de Estado sobre derechos humanos encomió la supuesta mejora de
la situación de los derechos humanos en Guatemala. “En general para finales de
1982 la conducta de las fuerzas armadas había mejorado”, manifestaba el
reporte.
Una imagen diferente -mucho más cercana a la información secreta poseída
por el gobierno de EEUU- estaba surgiendo de investigadores independientes de
los derechos humanos. En marzo 17, 1983, Americas Watch condenó al
gobierno de Guatemala por las atroces violaciones a los derechos humanos en
contra de la población indígena.
Stephen L. Kass, fiscal de Nueva York dijo que estos hallazgos incluían
pruebas de que el gobierno llevó a cabo “virtualmente asesinatos
indiscriminados de hombres, mujeres y niños de cualquier estancia considerados
por el ejército como posibles partidarios de los guerrilleros insurgentes”.
Mujeres campesinas sospechosas de simpatizar con la guerrilla eran violadas
antes de ser ejecutadas, dijo Kass, agregando que los niños eran “lanzados
dentro de las casas en llamas. Ellos son lanzados al aire y ensartados con las
bayonetas. Nosotros escuchamos muchas, muchas historias de niños que eran
tomados por los tobillos y luego golpeados contra los postes para que se
destruyeran sus cabezas”. [AP, marzo17, 1983]…
Traducido
del inglés por Marvin Najarro
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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