Sueñe nomás. Que
decenas de presidentes de juntas receptoras de votos pronunciaran esa mañana:
“No me presto a esta farsa”. Y se ausentaran de las mesas.
“NO ME PRESTO A ESTA
FARSA”
Por Juan Luis Font*
Los diputados se
rehúsan a aprobar la reforma a Ley Electoral y de Partidos Políticos porque no
quieren ceder su negocio: niéguese usted a contar sus votos.
Siempre he admirado a quienes el día de las
elecciones se levantan de madrugada y marchan hasta el centro electoral. Tengo
amigos y parientes que pasan largos meses integrando las juntas que habrán de
coordinar ese día.
Soy periodista, trabajo en las jornadas de las
votaciones y por eso no formo parte de una mesa electoral. Pero me encanta, a
eso de las seis de la tarde, ir al Liceo Guatemala y recorrer las urnas una por
una, en ese ambiente de fiesta. Son decenas de profesionales, oficinistas,
obreros, estudiantes, empresarios: gente de todo tipo, que ese día entrega su
esfuerzo para contar los votos.
Mil veces se ha ensalzado ese civismo de las
juntas receptoras de votos. Hoy, vengo a cuestionárselos.
¿Se dan cuenta que van
a ser parte de una enorme farsa?
El actual modelo electoral no es democrático y
facilita la entronización en el poder de grupos corruptos a partir de un sistema
político prostituido hasta la raíz.
Organizaciones
políticas, como el Partido Patriota y el partido Libertad Democrática Renovada,
LIDER; han desarrollado un método eficaz para acumular poder y dinero desde el
Congreso.
Asignan fondos a obra pública, a compra de
medicamentos. Las empresas proveedoras derivan parte de esos fondos a los
partidos políticos cuyos dirigentes luego ejercen una mezcla de seducción y
extorsión sobre otros grandes financistas de campaña. Así, hacen acopio de
enormes volúmenes de dinero para financiar cientos de horas de vuelo de
helicóptero, flotillas de vehículos, presupuestos publicitarios, etcétera, para
persuadir a los votantes.
Los partidos sin
acceso al enriquecimiento proveniente de la corrupción, no tienen opción real
de ganar.
Quienes marchan a la cabeza, en cambio, son los
capos del sistema. LIDER ha perfeccionado este mecanismo de escamoteo de fondos
públicos y así se explica que vaya rumbo al triunfo.
Justo es reconocer que, además, son enormemente
disciplinados y se dedican por largos años a visitar a los potenciales
votantes. Organizan elaborados eventos de mercadeo para atraer a las masas.
Contratan cantantes, mandan a hacer playeras y gorras, surten bolsas de
víveres, rifan electrodomésticos, bicicletas y motos. Pero todo lo hacen a partir del dinero corrupto y con un fin espurio:
robar más y enriquecerse al extremo.
No es extraño que sea a diputados de ese
partido a quienes se capte en una filmación mientras intentan persuadir con
risotadas a un ministro, para que les
asigne parte del presupuesto de su cartera a empresas cómplices suyas.
Por eso es indispensable cambiar las reglas del
juego. Es urgente y esencial hacer la reforma electoral, aunque solo sea para
iniciar esta reforma tímida y tibia que se encuentra en la mesa de los
diputados. Pero ni siquiera eso quieren
aprobar los señoritos.
Nos entretienen a todos en espera del 6 de
septiembre, cuando sus bancadas resulten robustecidas gracias a los recursos de
la corrupción rampante.
Entonces volverán con más energía a sus curules
rapaces diputados como Mirza Arreaga y Luis Chávez.
La protesta educada, civilizada y creativa que
hasta ahora se ha llevado en plazas y calles ha sido incapaz de persuadirles, ni siquiera para ofrecer las más modestas
concesiones.
Acaso sea hora de subir las apuestas. De pasar
del asco a la acción, como decían en abril.
Imagine usted que el 6 de septiembre una parte
significativa del pueblo se expresara de manera soberana: “Dijimos que en estas condiciones no queríamos elecciones”.
Sueñe nomás. Que decenas de presidentes de
juntas receptoras de votos pronunciaran esa mañana: “No me presto a esta farsa”. Y se ausentaran de las mesas.
Entonces se estropearía ese juego perverso,
esta comedia que solo hace reír a una nueva camarilla de políticos listos para embolsarse los fondos del Estado.
EL CIUDADANO, QUE
CUENTA LOS VOTOS QUE LOS CORRUPTOS CONSIGUEN GRACIAS A SU DINERO SUCIO, TIENE
EN SUS MANOS CAMBIAR LA HISTORIA.
*Periodista, Director de Contrapoder y Director
de Noticas de Canal Antigua
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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