Recién se ha hecho de la banda
presidencial tras la dimisión del “mero mero de la Línea”, Otto Pérez Molina, y
ya el sustituto, Alejandro Maldonado Aguirre, está mostrando sus reales
credenciales de fiel y tétrico peón de las elites reaccionarias guatemaltecas que
siguen demostrando que no solo no están dispuestas a ceder ni un ápice del
poder dictatorial que ostentan (legitimado cada cuatro años por medio de
elecciones espurias), sino que además les vale un pito las reales aspiraciones democráticas
de un pueblo harto de tanto abuso de poder. La ultima movida del recién nombrado
presidente, al incluir en la terna de posibles candidatos a la vacante de
vicepresidente dejada por él, a una persona como Irma Raquel Zelaya, reputada
por su servil complicidad con el criminal y corrupto establishment, sirve para
constatar que la ruta hacia la genuina democratización de Guatemala está
plagada de innumerables obstáculos cuya remoción demandará, más que deseos,
enormes sacrificios. Muy puntual y necesaria la denuncia del periodista Zamora.
RAQUEL ZELAYA
Por José Rubén Zamora Marroquín
En Guatemala no cabe duda que todo es posible, incluso las más grandes
aberraciones. No deja de parecer insólito que Raquel Zelaya pueda convertirse
en la flamante vicepresidenta de la República. Ella, quizá la mayor representante
de esa tecnocracia fracasada, que desde la década de los 80 ha asesorado,
alcahueteado y colaborado servilmente a los sucesivos gobiernos militares y
civiles, que han fracasado, una vez tras otra, y que progresivamente han ido
hundiendo a Guatemala en una piscina rústica llena de estiércol.
Junto con las cúpulas militares de turno, esta especie peculiar de
técnicos, son los únicos hilos comunicantes de la administración pública desde
1982 (cuando formó parte del Consejo de Estado del general Chusema) hasta
nuestros días y, para mantener su influencia, como buenos pragmáticos
pervertidos, han guardado silencio cómplice del envilecimiento, la corrupción y
la impunidad galopantes a que hemos estado sometidos los guatemaltecos.
Como ministra de Finanzas de Jorge Antonio Serrano Elías, supo cohabitar
con comodidad con las estructuras clandestinas de las aduanas conocidas como la
Cofradía, el Grupo Salvavidas, la red Moreno y más recientemente como “la
Línea”.
Defensora militante hasta sus últimos estertores del impresentable régimen
de Otto Pérez Molina, al extremo que hasta el último minuto trató de encontrar
salvavidas para preservarlo de pie. Su hijo putativo, Miguel Ángel Balcárcel,
de quien ha sido mentora, fue el autor intelectual de la estrategia de Pérez
Molina para que no renunciara, de su torpe discurso confrontativo y de bloquear
el Congreso para que no tuviera lugar la sesión para retirarle el derecho de
antejuicio y por lo tanto la impunidad al ex Presidente.
Con su tradicional imagen de mojigata ha sabido mostrar su apoyo simbólico
a CICIG, mientras con los “doce apóstoles” de la impunidad firmaba un
comunicado de apoyo al general Chusema, sometido a juicio por delitos de lesa
humanidad, y poco después, hasta esta semana, buscaba garantizar la impunidad
del #1.
Como dicen, cosas veredes amigo Sancho.
Fuente:
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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