Los reclamos actuales por la
soberanía nacional no provienen precisamente de la izquierda, sino de la
derecha que ve en la entidad internacional, CICIG, la intromisión extranjera,
como si no hubieran sido ellos, hace 61 años, que favorecieron el
intervencionismo de los Estados Unidos en nuestro proceso democrático abortado en 1954. Ese podría ser un dilema: soberanía o corrupción.
CORRUPCIÓN,
INJERENCISMO O SOBERANÍA:
LAS DIFÍCILES OPCIONES PARA GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
Es un imaginario de espanto el ponernos a pensar cómo estarían las cosas en
Guatemala si el 14 de enero de este año hubiera asumido como presidente de la
república el inefable señor Manuel Baldizón, un no va más, del cinismo
político, de la delincuencia organizada para tomar por asalto el Estado, de la
peor manera de embaucar ciudadanos, pero sobre todo de volver, ahora sí, un
total descrédito la práctica del sistema de partidos políticos guatemalteco.
Hay un escepticismo generalizado en el pueblo de Guatemala, no creer en
ningún político, en ningún partido, en algunos casos plenamente justificados
pero en otros casos promovida esa “crisis
existencial” de credibilidad, prestigio y confianza; por la derecha que
siendo la verdadera creadora de la crisis del sistema de partidos políticos,
pretende desmarcase de la responsabilidad y hacer creer a los electores
incautos que ningún político vale realmente la pena. En parte es cierto, pero
tampoco puede ser una valoración absoluta, porque las diferentes izquierdas guatemaltecas,
entendidas éstas como segmentos de población conscientes del reformar el
sistema; sus prácticas políticas no necesariamente son consecuentes con esa
filosofía o pensamiento político identificado con ese impulso civilizador integral a favor de los pobres y que se llama democracia.
He dicho siempre, una y otra vez, que Guatemala nunca ha vivido -desde 1986 cuando arranca el gobierno títere
de la Democracia Cristiana con Vinicio Cerezo a la cabeza- una proceso democrático, sino un simple proceso
de apertura política que respetaba las mínimas reglas del juego, es decir, no
ser muerto por disentir del pensamiento militar ultramontano que fue y sigue siendo,
el mayor sustentador del principal partido político de los guatemaltecos de la
burguesía y el proletariado: el Ejército de Guatemala. Debemos darnos,
entonces, por enterados que el pueblo de Guatemala está totalmente derechizado
(si lo idiotizado no podría ser una mejor definición) porque ¿cómo explicarnos
que a menos de dos o tres meses de haberse deshecho de una obscena dictadura
encabezada por Pérez Molina, este mismo pueblo vilipendiado, ofendido y
masacrado elige con gran entusiasmo como sus núcleos gobernantes, direccionales
y conduccionales a militares vinculados
con la estrategia de la “seguridad
nacional”¸ que equivale a decir, militares creyentes y practicantes de la
guerra total, genocidio, arrasamiento y destrucción total del agua al pez.
Ciertamente este trabajo lo han hecho los USA a través de su embajador Todd
Robinson, sin embargo, la mea culpa de los Estados Unidos de llevarnos a este
desastre social, político y económico, algo hizo bien después de todo, de tanto
oprobio contra los guatemaltecos desde 1954 cuando destruyeron nuestra
democracia burguesa donde ¡61 años! fueron más que suficientes para hacer
pedazos a la nación guatemalteca. Ahora que el crimen político organizado se
constituyó en un peligro para sus fronteras y que la burguesía delincuencial se
volvió desafiante y rezongona con el poder económico acumulado, fue necesario
intervenir e intentar hacer algunas correcciones en la superestructura
jurídico-política del Estado porque era, realmente imposible, seguir viviendo
así.
No es conveniente tener en el patio trasero una vecindad peligrosa y algo
se tenía que hacer. Llevar a los empresarios y políticos más atrevidos a la
cárcel a través de las desvelización de sus atrocidades criminales
fortaleciendo un órgano supranacional, como la es la Comisión Internacional
contra la Impunidad, CICIG y dándole respaldo irrestricto al Ministerio Público
para perseguir sin timidez el delito. Dar esos apoyos políticos y económicos y
proveer de la logística de la información rebasó, indudablemente, los límites
de la cooperación, de los típicos tratados de cooperación y amistad de los norteamericanos. Es, sin paliativos,
una política de injerencia sin disimulos entendida como la mea culpa de los
gringos por el daño causado a lo largo de 61 años y para protegerse de los
poderes guatemaltecos desafiantes de empresarios, militares y políticos que,
literalmente, se salieron del bacín o bacina inmunda donde los gringos les
permitieron flotar durante más de medio siglo.
Los guatemaltecos estamos tan postrados en la desgracia que la soberanía no
puede asumirla nadie como prioridad. Este país con un prolongado proceso de
apertura política y sin la mínima democracia consolidada, no tiene la dignidad
para vociferar ante los foros nacionales e internacionales la violación de la
soberanía nacional ¿cuál? Son 61 años de un inexistente valor ciudadano. Son 61
años de injerencismo norteamericano. Son 61 años de pérdida de la dignidad
nacional. No tenemos mucho por elegir: o le damos lugar al injerencismo
norteamericano para que coopere en arreglar un tanto los asuntos nacionales o
reclamamos airadamente ante los foros del mundo el atropello a la soberanía
nacional y vivimos por siempre con la corrupción.
¿Qué queremos realmente? Este injerencismo es intolerante para cubanos o
venezolanos, que viven otra realidad política. Los guatemaltecos, pienso, lo
necesitamos, porque nuestra debilidad es tal que las fuerzas democráticas
aglutinadas en la izquierda no pueden posibilitar este cambio, como sería lo
deseable. Conste, que los reclamos actuales por la soberanía nacional no
provienen precisamente de la izquierda, sino de la derecha que ve en la entidad
internacional, CICIG, la intromisión extranjera, como si no hubieran sido
ellos, hace 61 años, que favorecieron el intervencionismo de los Estados Unidos
en nuestro proceso democrático abortado en 1954. Ese podría ser un dilema:
soberanía o corrupción.
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario