Lo hecho por Jimmy Morales
con respecto a su disposición de trasladar la embajada de Guatemala a Jerusalén
responde a ese viejo esquema de dominación pentecostal-capitalista, que más que
espiritual, fueron los atisbos, el comienzo de lo que se venía para este país
tan atormentado por locos y fanáticos de todo tipo.
LA PERNICIOSIDAD DE LOS
EVANGÉLICOS
PENTECOSTALES DE DERECHA EN GUATEMALA
Por Luciano Castro Barillas
Los mandamientos evangélicos de “Id
por el mundo y predicad el evangelio” nunca fueron tan tergiversados
por las políticas coyunturales como en
Guatemala, no obstante, esto ocurrió en toda América Latina, donde las
emergentes burguesías liberales, como nueva clase dirigente, se consolidaron durante la segunda mitad del
siglo XX. Era una especie de ideario capitalista en cierne, con una gran
afectación desde su nacimiento: la dependencia de las potencias capitalistas,
como Inglaterra y luego, o casi al mismo tiempo, los Estados Unidos. No hubo
aportes progresivos de las clases conservadoras latinoamericanas en el proceso
general de las relaciones capitalistas de producción.
Aquí se dieron los pie juntillas, tanto para
las derechas como con los comunistas nacionales, desprolijos de análisis
propio, carencia introspectiva que por cierto se reflejaba en su lenguaje
marxista, ritual-stalinista y su
incondicionalidad a los jefes del partido, independiente de que fueran hombres
honrados o malvados de espanto. La liberación de ese corsé ideológico tuvo
lugar con iniciativas revolucionarias diferentes como las del Ejército
Guerrillero de los Pobres, EGP, y la Organización Revolucionaria del Pueblo en
Armas, ORPA. Los evangélicos, en otra esfera de la realidad, su realidad y
verdad; son instrumentos efectivos de la dominación imperialista, nunca
pudieron liberarse del pentecostalismo irracional.
Fueron los evangélicos invitados en el siglo
pasado, en la década de los años 80, para asentarse como competidores
ideológicos de la Iglesia Católica, a la sazón, dominadora y controladora no
solo de esa forma de conciencia social entre los ciudadanos, sino también de la
vida civil (la preeminencia del enlace religioso, por ejemplo, por encima de la figura del derecho civil
como el matrimonio) y con gran presencia el catolicismo en la vida económica
nacional, en su condición de prestadores de servicios y propietarios de bienes
inmuebles urbanos y rurales y unidades agrícolas productivas, cuya voracidad
les valió la confiscación de la Revolución Liberal. Los “invitados” por Justo
Rufino Barrios para hacer la competencia a la Iglesia Católica, bajo la figura
legal de la libertad de cultos, fue muy tomada en cuenta por los
evangélicos que, ni lerdos ni perezosos, hicieron lo mismo que la burguesía
católica: adquirir propiedades urbanas para sus templos y crear una amplia clientela
con la aplicación inflexible y militante del diezmo, pero sobre todo, con una
identificación ideológica extraterritorial: los Estados Unidos, donde las
iglesias evangélicas y sus dirigentes impulsaron muy en serio la Misión
Centroamericana, como todavía se le conoce a este tipo de iglesias
evangélicas, las cuales se dispersaron por municipios y cabeceras
departamentales con “misioneros”, todos ellos gringos.
Los guatemaltecos disfrutaban de este tipo de democracia
burguesa competitiva y caían sin poder hacer nada al respecto, con ese
cambio de fe; “de las brasas a las llamas”, de los brazos ásperos de Belcebú
para caer en los brazos de Baal, El Señor de las Moscas, deidad por cierto de
los palestinos, que competía con el hebreo Belcebú o Asmodeo, Señor de la
Lujuria, y a quien culpaban los hebreos de las calenturas del rey Salomón.
Estas iglesias evangélicas se asentaron sin ninguna timidez en todo el
territorio nacional para coadyuvar a los típicos procesos de conquista: Justo
Rufino Barrios venció a pura bala a los
conservadores (conquista militar), confiscó bienes inmuebles urbanos y rurales
y dinero en efectivo (conquista económica) e introdujo sectas evangélicas
pentecostales ayudado por los Estados Unidos para no matar, pero si atarantar a
millones de guatemaltecos desde entonces hasta en la actualidad (conquista
ideológica).
Lo hecho, pues, por Jimmy Morales con respecto
a su disposición de trasladar la embajada de Guatemala a Jerusalén responde a
ese viejo esquema de dominación pentecostal-capitalista, que más que
espiritual, fueron los atisbos, el comienzo de lo que se venía para este país
tan atormentado por locos y fanáticos de todo tipo. Cristo sigue siendo la
buena excusa y los evangelios la fundamentación de principios para cualquier
acción vil. Las causas de la injusticia nunca podrán ser evangélicas o
cristianas, porque el evangelio es una revelación filosófica de amor tan alta,
como las revelaciones místicas de la música de Bach o Beethoven. No es posible
ser civilizado y adherirnos descaradamente a la arbitrariedad que se comete
contra los palestinos y tomarlo como el cumplimiento de las antiguas profecías
del Pentateuco.
Se me hace que en esas decisiones no está la
mano divina, si no los cascos gafos de Belecebú y Asmodeo, dos diablos cabrones
que tienen dominado a Jimmy Morales y a sus seguidores y le canta el viejo
corito: “El hombre que se emborracha por el poder y el dinero, Satanás lo
zarandea”…
Publicado por La Cuna del Sol
USA.
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