La seguidilla de fracasos
del futbol nacional no se origina en la mediocridad de sus practicantes, es el
resultado de la ineficiencia, la incapacidad y la corrupción de quienes lo
dirigen. El futbol, con contadas excepciones, siempre ha sido dirigido por una
camarilla (mafia) de incompetentes, eso sí, corruptos hasta el tuétano avocados
más a sus propios intereses políticos y económicos que a la creación de
políticas dirigidas hacia la democratización de la práctica del futbol.
¿FRACASO, BOCHORNO O MÁS DE
LO MISMO?
Por Marvin Najarro
Lo hecho recientemente por la selección nacional de futbol en el torneo de
la UNCAF, uno de los más mediocres del balompié internacional, no debería
considerársele como un fracaso estrepitoso, como algo inesperado, sino más bien
como una constante repetición de lo mismo. Sí, no se puede considerar un
fracaso, o es ¿que acaso aficionados, “directivos” y entrenadores esperaban
otra cosa, diferente a la falsa expectativa de ver al combinado nacional dando
la vuelta olímpica? La historia, desalentadora, del futbol nacional,
especialmente durante las últimas tres décadas, no miente y con contundente
claridad nos demuestra que el fracaso a todo nivel es la constante que
sobresale. Y no es que el futbol nacional, sobretodo a nivel internacional, no
haya logrado uno que otro buen resultado, definitivamente que sí, pero estos en
el balance final apenas alcanzan para restarle a la suma total de los repetidos
fracasos. Esto es demasiado para el futbol de un país que en algún momento de
su historia llegó a pasear su buen futbol por toda el área centroamericana
y hasta era respetado y por qué no decirlo temido por México. Hoy la realidad
es otra y muy distinta, ya no se le gana prácticamente a nadie y el futbol Chapín
se está conviritendo en el patito feo de toda el área de la UNCAF y CONCACAF.
No es suficiente y, creo que es hasta injusto, culpar de la debacle al
futbol propiamente dicho o en todo caso a la pobre capacidad técnica y física
que exhiben los futbolistas nacionales, los futbolistas y el futbol que estos
practican son el resultado de las fallas estructurales que padece a nivel organizacional
el futbol nacional y, por qué no decirlo, la selección nacional y el futbol que
practica son el espejo en el que se refleja la imagen de un país arruinado
política, económica y socialmente.
La seguidilla de fracasos del futbol nacional no se origina en la
mediocridad de sus practicantes, es el resultado de la ineficiencia, la
incapacidad y la corrupción de quienes lo dirigen. El futbol, con contadas
excepciones, siempre ha sido dirigido por una camarilla (mafia) de
incompetentes, eso sí, corruptos hasta el tuétano avocados más a sus propios
intereses políticos y económicos que a la creación de políticas dirigidas hacia
la democratización de
la práctica del futbol.
Nunca la dirigencia del futbol nacional, a no ser a nivel de unos pocos clubes
como Tipografía Nacional y Galcasa (ambos ya desparecidos) ha tenido la
capacidad, la visión a largo plazo o el deseo de elaborar y trabajar en planes
concretos de desarrollo del futbol en todas sus categorías, siempre se ha interpuesto
la improvisación, la incompetencia y la corruptela al trabajo bien organizado y
consciente como lo han hecho en otros países, como por ejemplo y para no ir muy
lejos, el caso de Honduras que en los años 70 inicio una total reestructuración
de su futbol con resultados que están a la vista de todos. No es que en
Guatemala no se produzcan futbolistas, pues en un país con tradición futbolera
(no beisbolera) donde el futbol se practica hasta en los más recónditos
rincones, a cada rato surgen elementos con innatas capacidades para jugar al
futbol. Lamentablemente por la ausencia de políticas orientadas hacia la
formación básica y la carencia de
instalaciones apropiadas y de técnicos capacitados, o sea de toda una
estructura organizativa acorde, la potencialidad de la mayoría de estas jóvenes
promesas se diluye en la nada dejando como resultado el futbol que tenemos.
No es a través de la improvisación, del trabajo sin planificación, sin una
visión futurista de largo alcance como se logrará rescatar la maltrecha
imagen del futbol nacional. El problema tampoco se soluciona, como creen dirigentes, comentaristas y aficionados, con
la contratación de costosos entrenadores o técnicos internacionales, algunos de
renombre y con mucha capacidad, otros unos auténticos mercachifles, como el
“bolillo” Gómez que se llevó una buena cantidad de dólares sin dejar
absolutamente nada en beneficio del futbol. Podrán llegar Pep Guardiola o hasta
el mismo Mourinho y nada va a cambiar, porque estos hombres se toparan con un
sistema retrogrado, inoperante, plagado de ineficiencias y malos manejos que hará que su cúmulo
de conocimientos y experiencias no puedan aprovecharse y ponerse en práctica para
sentar las bases de un desarrollo integral del futbol.
Si se quiere rescatar al futbol es urgente y necesaria una remoción
completa y profunda de toda la podrida estructura del futbol del nacional sin la
cual los resultados, el fracaso y el bochorno seguirán estando a la orden del
día, siempre lo mismo en un ciclo vicioso de nunca acabar. Sin embargo,
emprender una empresa de tal magnitud en Guatemala donde el monstruo de la
corrupción institucional ha hecho pedazos todos los aspectos de la vida social,
del cual el futbol no se escapa, será una tarea titánica. Habrá que luchar
contra las viejas prácticas de directivos, entrenadores y ligas politizadas con
escasa visión que creen que el futbol debe dirigirse de manera antojadiza y sin
planificación. Hay personas con
suficiente capacidad para dirigir el futbol pero no pueden acceder a la
conducción del mismo porque la actual organización político-mafiosa que tiene
las riendas del futbol guatemalteco se los impide.
Publicado por LaQnadlSol
CT., USA.
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