INTRODUCCIÓN
“El sombrío inglés -dijo el filósofo Voltaire- hasta en sus amores quiere ser racional;
en Francia somos más razonables”. Todo
aquél pasado del ciudadano inglés circunspecto, de puntualidad ajustadísima de
reloj suizo, atildado en el vestir y el hablar y de respeto a la ley (ese país es el creador de la Carta Magna o
primera Constitución en la historia) son cosas para la historia. Empiezan en
sus afanes de Estado policíaco por no respetar la Carta de los Juegos
Olímpicos. La permanente colusión con Estados Unidos como villanos
internacionales para agredir a los pueblos pobres y dignos del mundo han hecho
profunda mella, por fin, en la idiosincrasia del hombre y la mujer británica. Ahora son iguales de nacos
que los gringos cuya pedestre,
vulgar, cínica y criminal actividad en todos los foros y escenarios mundiales
los hace personas despreciables. El imperialismo inglés del siglo XIX no se
libra de esos señalamientos. Mataban, claro, con una mejor retórica y en
ocasiones sofisticados encubrimientos. Tampoco prescindieron de la brutalidad
más infame. Pero disponían de un elegante cinismo. Ahora son brutos y cerriles
como los gringos. Hoy los diplomáticos ingleses son tan nacos que no van más allá
de un comisario ramplón de policía, tal acontece con el despliegue de “seguridad insegura” implementada en
Londres con motivo de los Juegos Olímpicos por funcionarios de seguridad
patosos e incompetentes. Auténticos “buenos
para nada” pues el hecho de retacar de policías y soldados de los puntos
cardinales de Londres indica dos cosas: militarismo disfrazado de seguridad,
experimentación de nuevos sistemas de vigilancia y control ciudadano, pero
sobre todo psicosis terrorista al mejor estilo gringo que andan viendo siempre,
por todos lados patos con piernas de avestruz y síndromes de inteligencia en
George Bush hijo. Los Juegos Olímpicos son un encuentro internacional del
deporte pero también un excelente negocio y si bien los valores patrióticos
nacionales y ciudadanos se invocan, hay atletas que no tienen -pese al sistemático ejercicio físico- “mente
sana”: una atleta griega, apenas hace unas 12 horas, le fue retirada su
participación por declaraciones racistas y por pertenecer a una facción de
neonazis, personas enfermas, indudablemente,
de la mente o posiblemente descerebrados. Luciano Castro Barillas.
MILITARIZANDO LOS JUEGOS
OLIMPICOS
Por Binoy Kampmark
"Universalmente hemos estado muy
impresionados con todo lo que hemos visto. Por lo que he visto (la policía de
Londres) ha realizado un excelente trabajo preparando todas sus fuerzas".
(Comisionado Raymond Kelly, Jefe de Policía de Nueva York, mayo 23, 2012).
Permitamos que comience esta locura orwelliana. Con la llegada de los
juegos olímpicos, Londres se está enfrentando al espectáculo, no meramente del
caos en el sistema de transporte público (Tube) de la ciudad, sino ese, el de
la manía militarista. Armas y personal fuertemente armado están siendo ubicados
por toda la ciudad en anticipación de eventuales ataques provenientes de
enemigos potenciales, sean estos terroristas o simples anárquicos inconformes
con el sistema, sin que se especifique de parte de las autoridades. A
principios de abril, Jules Boykof, argumentaba que los oficiales de seguridad
han estado “explotando los Juegos Olímpicos como una oportunidad única en
una generación, para multiplicar y militarizar su inventario de armas,
agregando una capa más al Estado controlador”. (Guardian, abril
4). Como correctamente lo señala Boykof, la Carta Olímpica prohíbe cualquier
clase de “demostración política, religiosa o propaganda racial”, lo que no debe
interpretarse como seguridad del Estado, sino demostraciones
patológicas de psicosis terrorista.
En verdad, hay mucho para sugerir que Londres está dejando atrás a China en
términos del uso de viles artefactos para monitorear a su población, algo que
se está logrando muy bien con una extensiva red de cámaras CCTV. El número de
los involucrados en el negocio de la seguridad se ha incrementado enormemente -
12,500 oficiales de policía conjuntamente con 13,500 soldados están
participando en el ejercicio olímpico (futuros despliegues a Afganistán
quedan suspendidos, así parece), aunque también hay mucho para sugerir que
estos números son bastante conservadores.
El FBI, habiendo previamente expresado su preocupación de que Londres está
demostrando laxitud en proveer suficiente seguridad, se está sumando al
esfuerzo. En noviembre, la situación dio lugar a una encendida disputa que
originó reportes de que unos 500 empleados del FBI y miles de oficiales de
Estados Unidos estaba siendo desplegados a los Juegos Olímpicos. El
comisionado Raymond Kelly, jefe de la policía de Nueva York, sin embargo, esta
impresionado, lo cual debería preocupar a residentes y visitantes a los juegos
olímpicos. “Parece que ellos realmente saben cómo manejar cualquier contingencia
que pueda tener lugar” (Daily Mail, mayo 230. En lo que toca al FBI, ellos
estaban allí en un rol meramente de apoyo).
Experimentos con naves aéreas a control remoto (drones) también serán
conducidos, todo, por supuesto, en el nombre de las más pacificas de las
intenciones. Naturalmente, la probada y fiel manera británica es legalizar las
intrusiones del Estado y luego hacerlas apetecibles para una sociedad con
disposición a la legalidad. “Esta entendido, -escribió Jeremy Taylor para
The Independent (nov. 25,2011)- que la Policía Metropolitana ha participado en
discusiones con la Autoridad de Aviación Civil a cerca de si ellos pueden usar
pequeños artefactos controlados por radio, en áreas de densa aglomeración
urbana, como parte de empeños para incrementar el número de ‘ojos’ en el
cielo”.
El otro ángulo tomado por los astutos y paranoicos oficiales es que,
vehículos no tripulados podrían muy bien ser usados por organizaciones
terroristas para dispersar agentes letales. El fundamento aquí es que todo
mundo quiere ser parte del juego de los drones. El teniente coronel Brian Fahy,
fue tan lejos al afirmar que los vehículos no tripulados controlados por
diabólicos terroristas serían los recipientes de veneno (Daily mail, mayo 5). “Un
Vehículo Aéreo No Tripulado (UAV) puede ser colocado en una mochila de espalda.
Ellos vienen en todos los tamaños y es factible que puedan ser llenados con
algún elemento nocivo y hacerlos volar por control remoto”. Este es un
rico detalle que viene de un ejército que ha empezado un expansivo programa
para ensamblar y desplegar los Reapers Drones en Afganistán. Misiles tierra-aire,
también han encontrado su horrible camino en las azoteas de los bloques
residenciales. El despliegue de los misiles fue legalmente cuestionado por los
residentes del Fred Wigg Tower en Leytonstone, en el este de Londres, pero
fracasaron en su intento de convencer al juez en cuestión de que, semejante
locura militarista, podría en efecto incitar a un ataque terrorista.
Marc Willers, el abogado que representa a los residentes, llamo el
despliegue de tales armas en tiempos de paz, “sin precedentes”. David Forsdick,
representando al secretario de Defensa y al Ministerio de Defensa, fue
admirablemente honesto al manifestar su desprecio por los temores de los
residentes, no hubo responsabilidad establecida por la ley para consultarlos,
como tampoco, deberían ellos tener alguna expectativa de ser consultados cuando
se trata de asuntos de seguridad nacional (The Standard, julio 10).
Últimadamente, el hombre detrás de la misión es Chris Allison, el coordinador
nacional de seguridad de los juegos olímpicos. La compañía de seguridad que
está siendo empleada es la G4S, por cierto muy propensa a los errores. Los
temores de Allison tienen menos que ver con el terrorismo per se, que con ese
gran hábito de los británicos para amotinarse. El terrorismo es el caballo de batalla,
el espejismo, pero la verdadera razón es controlar los impulsos poco pacíficos
de una población descontenta, y es muy probable que sea el objetivo.
En este momento, a pesar del anillo defensivo sobre Londres, existen
indicios de que esto, antes de su inicio, es una farsa. El soplón “Lee
Hazledean” (mejor conocido como el director Ben Fellows), quien aparentemente
se infiltro en la compañía G4S, afirma que la envoltura de seguridad en
Londres, es una bien fingida gilipollez. El hecho más obvio, para empezar, fue
que Fellows fuera admitido como empleado. El personal está mal entrenado y son
especialistas en incompetencia (nada nuevo en eso). De acuerdo a Fellows,
tampoco son reacios a los negocios ocasionales con drogas.
De acuerdo a la tradición legal británica, la casa de un hombre es su
castillo. Pero cuando se trata de colocar misiles tierra -aire sobre los
vecindarios en el nombre de proteger una desprestigiada broma, como los Juegos
Olímpicos, la vieja norma es convenientemente abrogada. Con poderes, tales
como, el Acta de los Juegos Olímpicos de Londres, un monstruo creado en el
2006, se le está dando luz verde a la imposición de la violencia.
Traduccion: La Cuna del Sol
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Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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