INTRODUCCIÓN
Es el artefacto
cultural más apetecido por niños, jóvenes y viejos. Un niño porque espera ser
grande para poseerlo, el joven porque disfruta frenéticamente con él sus
mocedades a toda velocidad y el viejo porque a su edad sirve para todo: para
los pies que se cansan luego, para proyectar la imagen de viejo pensionado
solvente y sin presiones o, sencillamente, gancho efectivo para ligar si se
trata de esos coches de lujo que toda refacción, por sencilla que sea, cuesta
un ojo de la cara y constituyen un auténtico atentado al equilibrio financiero.
Pero el automóvil es una cultura resultado de la civilización. De la costosa
investigación en los laboratorios industriales para hacer de cada carro un
producto peregrino, único y singular. Nació para hacer las cosas más rápidas y
más cómodas. El transporte colectivo es lo más razonable para la economía
familiar y la ecología y la salud mental, sin embargo, cuando se posee un coche
deslumbrante, las opiniones se invierten y abundan las justificaciones. Lo
único real, al final, es que los buenos coches en el mundo desarrollado y
subdesarrollado son un toque de distinción y prestigio social y un buen negocio
para las diez empresas productoras a escala planetaria que controlan el 75% de
la producción mundial. Ninguna ciudad por chica o por grande que sea se sustrae
a ese “austero u ostentoso encanto de
la burguesía”. Es la mercancía capitalista más persuasiva y más perniciosa
para la vida y para la humanidad. Pero su poder de seducción es enorme y
aturdidor, como las carreras de coches y la potencia del motor de explosión. No
por gusto la Bavarian Motors Works, en su trabajo de inducción psicológica para
adquirir estos coches dijo este filosofema publicitario, cínico y elegante a la
vez: “El BMW 7331 refleja el estado de
su mente, no solo el de su cuenta bancaria”. Luciano Castro Barillas.
EL AUTOMÓVIL, PESADILLA
QUE
IMPIDE VIVIR BIEN
Por Alejandro
Valle Baeza
El mundo tiene fiebre por el
cambio climático y la enfermedad se llama modelo de desarrollo capitalista.
Mientras en 10,000 años la variación de dióxido
de carbono (CO2) en
el planeta fue de aproximadamente un 10 por ciento, en los últimos 200 años de
desarrollo industrial, el incremento en las emisiones de carbono ha sido de un
30 por ciento. Desde 1860, Europa y Norteamérica han contribuido con el 70 por ciento
de las emisiones de CO2. El 2005 ha sido el año más caluroso de los últimos mil
años en el planeta. (Evo Morales)
Por cada tres niños nacidos la industria produce un vehículo automotor. Los
automóviles y camiones son gestados en la mayor industria manufacturera del
mundo. Durante 2008 la industria automotriz produjo unos 60 millones de
automóviles y unos 10 millones de autobuses y camiones, en 2009 se produjeron
menos automotores pero por efecto de la crisis y no por decisión de alguien.
Hay más de 800 millones de automotores circulando en el planeta y devoran
uno de cada cuatro barriles de petróleo producidos. Una de cada seis toneladas
de bióxido de carbono es producida directamente por los automotores pero su
efecto es mayor si se considera la producción indirecta de este gas causante
importantísimo del efecto invernadero. Los automotores son responsables de la
producción de muchos otros contaminantes como óxido de nitrógeno, plomo,
dióxido de azufre, etcétera.
Los automóviles son una de las mercancías emblemáticas del capitalismo, la
crisis económica iniciada en 2007 mostró la enorme importancia de la rama pues
muchos gobiernos instrumentaron ayudas a la industria automotriz; para
conservar los empleos se dijo. Dos de las mayores empresas del mundo la General
Motors y la Chrysler entraron en bancarrota en 2009 y tuvieron que ser
rescatados por el gobierno estadounidense. Para recuperar la producción
automotriz gobiernos como el estadounidense, el chino y el mexicano promueven
la compra de vehículos. Al hacerlo impulsan la desigualdad y la destrucción del
ambiente. Lea el artículo completo
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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