INTRODUCCIÓN
El fantasma terrorífico de los asesinatos
políticos fue puesto al día en Guatemala esta última semana de marzo con el
asesinato del dirigente sindical Ovidio Ortiz del Frente Nacional de Lucha
(trabajadores del Ministerio de Salud Pública), el cual fue ultimado por 30
disparos de armas automáticas; esta persona disponía de medidas cautelares por
las amenazas de muerte que era objeto desde hacía algunos meses. Todo ocurre en
el contexto de la agria disputa que mantienen los diputados del partido
Patriota y el partido Lider en torno a la interpelación o juicio político del
Ministro de Finanzas Públicas quien, con dos meses de gestión, es objeto de un
juicio político por diputados opositores, en un insólito caso de rendición de
cuentas cuando apenas se asienta una labor administrativa. Los señalamientos
son tan graves que Manuel Baldizón (el guasón de la política criolla) acusó
públicamente a Otto Pérez Molina de ser el responsable de estos asesinatos,
quizá como respuesta vengativa por las mantas aparecidas en Chiquimula y Baja
Verapaz con cadáveres en su interior de supuestos Zetas que amenazan con
liquidar a Baldizón y a sus diputados, por poner éstos a su vez (un mes antes)
mantas a nombre de los Zetas. Personalmente creo que las imputaciones de
crímenes políticos atribuidos al presidente son ejecutados por otros
interesados. El actual gobierno acaba de solucionar las demandas postergadas
por muchos años de los sindicalistas del gremio de la salud pública (aumento
salarial, bono por antigüedad, etc.) y no tiene lógica que la voluntad política
puesta de manifiesto por el jefe del ejecutivo de solucionar los problemas de
los trabajadores se acompañe de posteriores actos de represión. Las acciones
conspirativas apuntan -según mi
entender- a terceros interesados, que
podrían ser esos desaprensivos políticos encabezados por El Guasón, empeñado en
desbaratar todo esfuerzo gubernamental. Pero lo otro, el asesinato político,
tampoco puede descartarse. Luciano
Castro Barillas.
Por Miguel Angel Albizures
El pasado sábado 24 de marzo fue vilmente
asesinado el compañero Ovidio Ortiz, con quien compartimos en diferentes
oportunidades la problemática de los trabajadores del Estado, del agro y de la
industria por quienes él venía luchando desde hace muchos años, especialmente
por los trabajadores de la Salud ,
pues era uno de los dirigentes del Sindicato de Trabajadores de Salud Pública.
No se puede pensar que el hecho se dé dentro la
limpieza social que está en marcha y que ha cobrado la vida de muchos jóvenes,
sino de un crimen político premeditado, dirigido contra un dirigente que
también participaba activamente en el Frente Nacional de Lucha, pues era
miembro del Consejo Central del Foro Nacional de Derechos Humanos, delegado
sindical de la Mesa
de Seguridad Alimentaria y en la colonia de Salud Pública, era el
vicepresidente del Comité, conocido por todo el vecindario a quienes había
apoyado para la legalización de los terrenos, además de estar apoyando a los
pobladores de otras zonas que exigían derecho a la vivienda. Se trataba pues,
de un dirigente popular que no se había quedado de brazos cruzados frente a la
crítica situación que vive el país.
¿Es este tipo de militancia que no tolera la
derecha cavernaria en Guatemala? ¿Estaremos retrocediendo a los años ochenta, o
qué pasa? Si no hay una investigación exhaustiva de este crimen en el que,
junto a Ovidio perdieron la vida otras tres personas y dos más salieron con
heridas de bala, que explique con claridad los móviles del crimen, seguiremos
afirmando que se trata de un crimen
político, como muchos otros que han quedado sin explicación y en el que han
perdido la vida dirigentes campesinos como los del Polochic, los y las que
levantaron la bandera contra la minería en San Marcos o del sindicato de las
bananeras de Izabal, que no hace más de un mes otro de los miembros de la
organización fue asesinado.
Como lo señaló una organización al comunicar el
asesinato de Ovidio: “Ese comunicado fue
escrito con dolor y cólera. Con dolor, porque la noticia que tenemos que dar
nos hiere personalmente, y con cólera, porque se trata de un hecho que se
repite una y otra vez en el país, hasta cansarnos”. Y se pregunta ¿hasta
cuándo? Esperamos que la marcha campesina termine hoy sin saldos trágicos, pues
todo es posible en un país de cavernícolas donde la vida de los seres humanos
parece que no vale nada.
Publicado por Marvin Najarro
CT., USA.
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