INTRODUCCIÓN
El maíz (Zea mays) como lo refiere Valentín
Zamora Altamirano, ha sido el eje sobre el cual ha girado la vida de los
pueblos mayas, ya que está presente en cada una de sus actividades que rigen su cosmovisión, espiritualidad y cultura. El
imberbe diputado, Carlos Martínez, debería saber que el maíz, o el ancestral cultivo del mismo,
producto de las políticas económicas de los tratados de libre comercio que, los
Estados Unidos ha impuesto a México (NAFTA) y a Centro América (CAFTA) ha
empobrecido a amplios sectores de la población rural de esas regiones; que al
no poder competir con las grandes transnacionales del agro norteamericano, no
han tenido más remedio que abandonar sus
pequeñas parcelas de tierra y, por consiguiente, la práctica del cultivo de subsistencia
del maíz, para luego y sin mayores esperanzas emigrar hacia el norte como último
recurso para subsistir. El siguiente ensayo, trabajo de extraordinaria labor
del autor, es un rico recorrido sobre las peculiaridades histórico - culturales
del maíz, que invita, no solo a su lectura y estudio, sino también a la reflexión
sobre las vicisitudes alimentarias y de subsistencia que enfrentan millones de
personas en el mundo entero ante el voraz ataque de las grandes transnacionales
del agro; que ven, en el caso particular del maíz, no una fuente alimentaria,
sino el producto apropiado que les redituará enormes ganancias económicas al
ser convertido en biocombustible (etanol). El siguiente dato es muy revelador:
el tanque de un automóvil de tamaño mediano tiene capacidad para 50 litros de
bioetanol. Para obtener dicha cantidad de combustible se tienen que destruir
358 kilogramos de maíz; con los cuales se podría alimentar por un año a un niño
en México o en Guatemala. Marvin Najarro
PROPONIENDO BOBERÍAS
SOBRE EL MAÍZ
EN EL CONGRESO
GUATEMALTECO
El
neófito diputado por Jutiapa, Carlos Martínez, hijo del diputado Jaime Martínez
Lohayza -el del apellido de gramática
disparatada y solícito doméstico de Sandra Torres, hoy a punto de irse a la
cárcel por corrupción- tuvo, a falta de
buenas ideas y de compromisos serios con sus electores, proponer en el Congreso
de la República
la iniciativa de ley que le daría a nuestro sagrado maíz el estatuto jurídico de
patrimonio cultural o natural de la nación. La novatada politiquera es más
que obvia, asimismo la desinformación del proponente, pues resulta que el maíz
es un patrimonio cultural y natural de todos los pueblos de América, no
exclusivamente de Guatemala. El maíz es el aporte de América al mundo. Es el
cereal que alimenta a la humanidad, más que el trigo o el arroz, y que lo
comemos en países de amplia diversidad cultural, de diferentes maneras:
tortillas, tamalitos, tascales, arepas u
oropos, tamal navideño, tamal de viaje o simplemente hervidos o asados a las
brasas. Es el mito fundacional de la nacionalidad guatemalteca, con el proceso
de creación de los seres humanos por Corazón del Cielo, cuya experimentación
para insuflarlo de vida lo hizo experimentar con el barro, el palo de pito y
por último el maíz. El maíz -por si no
lo sabe este irrelevante y oportunista diputado- no necesita que se le declare de nada. Su generosidad genética
alimenta desde hace más de 6,000 años a bestias y a hombres. Culturalmente, esa
propuesta es ociosa y estúpida. El maíz ha sido considerado sagrado desde la
época prehispánica y la tradición cuenta que nació en un mítico lugar llamado “Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron
las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas”. Yum Kaax era el dios maya
del maíz, que aparece en el mural del sitio de San Bartola, pintado hacia el
año 600 d.c., donde aparece la divinidad recibiendo el agua que permite la
germinación de la semilla de maíz.
Para
una mejor ilustración del diputado Martínez le cuento que en la región de
Huista, Huehuetenango, crece silvestre una planta que los lugareños llaman maíz de rayo, la cual está en peligro
de desaparecer debido a que la cortan como maleza; sin embargo, según hipótesis
científicas, podría ser una de las especies que dieron origen al maíz, planta
que por el mes de agosto de 2011 fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.
Juan Mérida Rodríguez, de 109 años de edad, es uno
de los pobladores que están preocupados por esta situación. “Mi tata Severo nos enseñó a cuidar esta
planta, porque fue la que nos dio el sagrado maíz, pero está desapareciendo
porque usan mucho veneno como el gramoxone”, expresa.
Esta
planta es conocida en Mesoamérica como teocinte
o teocintle. Sus variedades se
reproducen de manera escasa en algunas montañas de México, Honduras y
Nicaragua. En Guatemala crece en los municipios de San Antonio Huista, así como
en Jacaltenango, zonas que podrían ser identificadas como el mítico lugar maya
de Paxil. En Jutiapa y Jalapa crece
otra especie de teocinte, el Zea maíz luxurians, pero los investigadores opinan
que éste no tiene relación con la evolución genética del actual maíz, lo cual
sí tiene el de la región de Huista, el zea maíz huehuetenangensis. El
doctor en genética, César Azurdia, afirma que la especie de teocinte que existe
en esta región de Huehuetenango es única en el mundo -endémica-
y es una de las que genéticamente más se parece al maíz actual, por
ejemplo, en cuanto a resistencia a plagas e inundaciones. Una de las incógnitas
que los científicos aún no han logrado despejar en este proceso evolutivo es
cómo y en qué momento se formó el olote de mazorca, ya que el teocinte no lo
tiene, debido a que sus granos están unidos entre sí.
Francisco
Vásquez, profesor de citogenética de la Facultad de Agronomía de la Universidad de San
Carlos de Guatemala, dice que el origen del maíz es un enigma, ya que la
estructura polística de los granos alrededor de un raquis central -el olote-
es una característica de la cual no se ha podido determinar el origen.
Hasta ahora no se tiene certeza en qué lugar se originó este cereal. Algunos
científicos lo ubican en México, mientras que otros en Guatemala. En lo que sí
están de acuerdo es que su origen es Mesoamericano.
El
avance de la frontera agrícola está haciendo desaparecer estas plantas
silvestres, que algunos pobladores de avanzada edad llaman salic y a la cual tradicionalmente identifican como el grano que le
dio origen al maíz, que en el lugar conocen como Iximqú -ixim significa maíz
y qú, sagrado, divino-.
Saturnino
Camposeco, originario de Santa Ana Huista, quien durante cincuenta años se ha
dedicado a la agricultura, explica que aún hay teocinte en las partes altas, (…) pero se está terminando, dice, porque
pocos campesinos quieren trabajar tradicionalmente usando machete y azadón;
sólo quieren emplear venenos, con lo cual lo destruyen, concluye. Rubén
López Herrera, coordinador de la
Asociación para el Desarrollo Sostenible de la Mancomunidad Huista ,
a quien el 17 de agosto del año 2011 le otorgaron el reconocimiento Protector
de la Naturaleza
de la Tierra Chajil
Uwachulew, refiere que en los lugares donde más se observa esta planta son en
los cerros de Güigüitz y Sajagua, identificados actualmente con el topónimo de Los Cerros del Ixim.
El
teocinte ha sido ignorado no solo por los pobladores, quienes lo tratan como
maleza, sino también por las autoridades, que nunca han tratado de preservarlo.
Tal situación podría cambiar ahora, después de que el 22 de agosto de 2011 el
Ejecutivo declarara al maíz Patrimonio Nacional, con lo cual se comprometió a
protegerlo y promover su investigación. Según Azurdia, el teocinte tiene gran
potencial genético para mejorar otras variedades. Sostiene que contiene genes
que pueden mejorar el maíz cultivado, ya que es resistente a sequías, cambios
de temperatura y enfermedades. Fue descubierto en 1945, pero no hubo mayores
estudios, salvo los efectuados por Azurdia, quien en 1983 hizo las primeras
colectas. Posteriormente regresó a la región y observó que en muchas partes ya
se había extinguido.
La
vida de los pueblos mayas han girado en torno al maíz, ya que está presente en
cada una de sus actividades que rigen su cosmovisión, espiritualidad y cultura.
Todo esto se describe -repito- en el
Popol Vuh, el cual narra que del lugar llamado Paxil se trajo el maíz, para formar el cuerpo de los primeros
habitantes, por lo cual se le rinde culto.
En
Santiago Chimaltenango, Huehuetenango, por ejemplo, recibe el nombre de Padre Paxil, y en Colotenango, K´txu
-Nuestra Madre, en mam- o Paxil.
Cuenta la tradición que cuando no había maíz los pobladores se alimentaban de
una planta llamada txetxina -Madre Maíz-, cuya raíz era muy grande y de
tallo único.
Distintos
estudios coinciden en que el maíz fue domesticado hace unos 6,000 años -10,000 años según otros- y que su más cercano predecesor son las
distintas especies de teocinte que crece en México y Centroamérica. No se sabe
aún cómo se dio el cambio de teocinte a maíz, pero en excavaciones arqueológicas
se han encontrado olotes de tres centímetros de largo similares al del maíz, lo
cual indica una evolución, ya que las actuales mazorcas llegan a medir hasta 20 centímetros . El
maíz es también el cereal de mayor producción en el mundo y parte de la dieta
básica de América Latina y otros países. Fue introducido en Europa en el siglo
XVI y su popularidad fue extendiéndose.
La
historia del maíz parece ser la de una planta domesticada, modificada y atada a
la existencia del ser humano. Hasta ahora, el candidato más cercano para
desentrañar la evolución de esta planta es el teocinte, pues su cercanía
genética y características morfológicas así lo establecen; no obstante, la
especie sigue desapareciendo. “Nos daría
mucha tristeza perder estas especies que están relacionadas con el cultivo más
importante para la dieta del guatemalteco”, manifestó Vásquez.
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